EL SER QUERIDO

Hace mucho tiempo. Cientos de años a esta parte, en un lejano país, situado sobre las montañas, vivía un hombre a quien todos querían. ¿Les sigo contando acerca de él? Bueno, les voy a contar lo que hizo.

Es raro que aun cuando tenía una linda casita y todo lo que deseaba, no se hubiera sentado nunca a pensar en los deleites y comodidades egoístas.

Había viajado mucho y en todas partes donde iba, la gente lo quería.

A veces llegaba inesperadamente a una ciudad extranjera; pero parecía que él no era extranjero y rápidamente hacía amigos.

La gente estaba siempre muy contenta de tenerlo cerca.

Tenía los ojos más brillantes que ustedes han visto, llenos de una extraña luz, la luz del verdadero amor. ¿Saben ustedes que a veces a los ojos se les llama ventanas del alma?

Claro, realmente lo son. Su alma era tan pura y radiante que la luz del amor brillaba hacia afuera de sus ojos.

Debido a esta luz de amor, podía ver a su alrededor a esas criaturitas que sabemos viven en el aire, en el agua y en los rayos del Sol, aún cuando no las podemos ver.

Él también podía conversar con ellas, no las asustaba porque las amaba, ellas también lo querían a él y tenían con él una secreta comprensión y muchas veces realizaron comisiones de amor y de bondad por él.

Cuando este ser querido, viajaba de ciudad en ciudad, mantenía sus ojos muy abiertos para ver lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Si alguien estaba en dificultades, estaba listo para ayudarlo.

Su amoroso corazón era tan grande y bondadoso que los admitía a todos: ricos o pobres, jóvenes o viejos, enfermos o sanos, tristes o felices.

Siempre tenía el suficiente amor para todos. Consideraba que todas las personas que hay en el mundo formaban una gran familia de hermanos y hermanas.

A veces se sentaba durante horas enteras a pensar y a pensar y ¡qué lindos pensamientos tenía! Eran pensamientos de consuelo y de ayuda. Estaba tan ansioso de compartir esos pensamientos con los demás, que estos volaban muy lejos y en todas direcciones, como pajarillos de luz y se posaban en las mentes de los demás hombres buenos. CHRISTIAN ROSA CRUZ, ese era el nombre del Ser Querido, pronto juntó a su alrededor un grupo de hombres bondadosos y llenos de amor.

Su único deseo era ayudar a sus hermanos y hermanas en la gran Escuela de la Vida. Deseaba fervientemente ayudarlos a aprender su lección de amor, de paciencia y de humildad. Pronto sus pensamientos amorosos llegaron muy lejos y la gente empezó a hablar de las buenas acciones de este grupo de hombres.

Poco a poco fueron llamados los Hermanos de la rosa Cruz y su Jefe era Christian Rosa Cruz, nuestro Hermano Mayor. Durante los cientos de años que han pasado desde aquel entonces, estos Hermanos han estado enviando pensamientos de júbilo, de amor y de compasión hacia todo el mundo.

¿Les hablo acerca de la Rosa y de la Cruz?

Muy bien, la Cruz representa el cuerpo de ustedes. Cuando estén un día al Sol levanten sus brazos, derechos, hasta la altura de los hombros y miren su sombra.

La sombra será una cruz perfecta. Precisamente en el centro de esta cruz está su corazón y en lo profundo de su corazón hay un diminuto pedacito de Dios, que es como una rosa blanca.

Si conservamos nuestro corazón puro y blanco, algún día nos va a suceder algo maravilloso, porque Cristo dijo: "Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios".

Y todo lo que los Hermanos de la rosa Cruz nos piden que hagamos es que seamos bondadosos y amables para con los demás y que tengamos solamente buenos pensamientos.

Cuando tenemos pensamientos que no son hermosos, ¿Qué creen ustedes que pasa? Pongan atención, queridos niños, cada noche, a medianoche, estos bondadosos Hermanos Mayores de la Rosa Cruz, haciendo una cadena de pensamientos de amor, que crezca cada vez más hasta que ate todos nuestros corazones juntos en el amor. Una cadena viva de corazones tan blancos y puros como hermosas rosas blancas.

En Amoroso Servicio

Centro de Estudios de la Sabiduria Occidental Mexico