EL DESPERTAR

 FRATERNIDAD ROSACRUZ DE MEXICO


CENTRO DE ESTUDIOS DE LA SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO


EL DESPERTAR

Max Heindel

Cuántas personas pasan por la vida conscientes solamente de sus preocupaciones y de su entorno inmediato. 

Con la mira puesta en metas personales y esfuerzos egoístas, cierran sus ojos hacia las maravillas, bellezas y potenciales infinitos de la Creación que puede observarse dondequiera que se mire. 

A pesar de esta evidencia de lo Eterno, carecen de penetración hacia la fuente y el significado de la vida. 

Su existencia sobre la Tierra es una sucesión continua de experiencias personales, subjetivas, unilaterales y a menudo sin retribución, vistas solamente a la luz del yo. 

Los elementos externos que pueden transformar la mera existencia que soportan en una vida plena de significación, brillan por su ausencia.

Somos exhortados en las Enseñanzas de Sabiduría Occidental a observar el mundo que nos rodea, a desenvolver nuestros sentidos y poderes de penetración en instrumentos de percepción adecuada que ampliarán nuestros horizontes y nos alejarán de “nuestros pequeños yoes”. 

La práctica de una observación precisa es esencial para despertar la conciencia de lo externo. 

Podemos responder a lo externo en la media que estemos conscientes de ello, y sólo será en proporción a la cantidad de respuestas a las que podremos ajustarnos y a nuestras vidas plenas de significación, al esquema de la evolución y al cumplimiento de nuestros propios destinos.

El despertar puede comenzar en varios niveles. 

Está el nivel humano, cuando por primera vez comenzamos a ver la medida de las necesidades de nuestros hermanos y ver que, cualquiera que sea nuestro problema, hay otra gente más tristemente afligida. 

En este nivel también está el amor que gradualmente aprendemos a expresar y la alegría de la verdadera amistad. 

Luego está el reino de la naturaleza, cuando abrimos los ojos hacia el embrujar encanto de las flores silvestres, la majestad de los árboles antiguos, el esplendor de las montañas moteadas por la nieve o por el incesante ritmo de las mareas.

Está el reino animal, cuando comenzamos a admirarnos de las múltiples formas en que las diversas especies reflejan la sabiduría de sus Espíritus Grupo, o cuando respondemos por primera vez al afecto y devoción de un animalito o mascota. 

Están los mundos mágicos del arte y de la literatura, cuando nos permitimos transportarnos por la magia de un libro o un poema épico o por un cuadro pintado por un maestro artista. 

Está nuestra respuesta a la música, el llamado de nuestro verdadero hogar en el Mundo del Pensamiento, el que más que cualquier otro medio puede unificar a la humanidad. Finalmente, está la culminación de todas estas manifestaciones (nuestra conciencia de la Fuente de la que todas ellas parten cual tallos.

Nuestro despertar a lo espiritual (nuestra conciencia de Dios) comienza con nuestra respuesta hacia lo que Él nos ha dado. Maravillarse, sobrecogerse, admirarse, agradecer, enternecerse, compadecer y todas las demás emociones elevadas, así como la tan bendita paz interior que todos buscamos, son generadas dentro de nosotros únicamente a medida que emerjamos lo suficiente del confinamiento del Yo y que encontremos activamente aquello que estimula estas cualidades.

El despertar en cualquiera de los niveles es un evento mental tanto como emocional y perceptivo que requiere la participación de diversas facultades por parte del observado. 

Necesitamos sentidos agudos y sutiles, también necesitamos una mente alerta con la cual elaborar lo que observamos. 

El verdadero significado de los fenómenos externos no se nos revela únicamente por el hecho de su presencia. 

Debemos considerarlos, meditar sobre los mismos a la luz de lo que nuestros sentidos nos hablen de ello, y de esa manera determinar nuestra relación (en un marco de referencia universal) con ellos. 

Cuanto más practiquemos esta meditación, empleando la información provista por nuestros sentidos como base para la conjetura o la influencia, tanto más cerca nos encontraremos de la comprensión de las verdades espirituales sobre las cuales se basan nuestras vidas y evolución.

El despertar no será instantáneo ni llamativo. 

Se desarrollará una gradual, aunque tal vez inicialmente sorpresiva, respuesta. 

La persona hace una pausa en un arrebato de admiración para observar una puesta de sol. Una visión que debe haber mirado muchas veces antes, pero sin verla. 

Un perro vagabundo aparece en la puerta de su casa y él que nunca tuvo uno o quizás nunca se interesó por los animales, se siente impelido a darle abrigo a éste, pero solamente por la noche. 

Pronto, sin embargo, sus maneras o sus tristes ojos marrones, o alguna otra característica canina, lo cautive y a pesar de sí mismo, adopta el animal y nunca más considerará siquiera separarse de él. 

O bien, y más importante, tomará conciencia de las necesidades humanas. 

Quizás una crisis en la que se ve envuelto un amigo cercano lo lleva a deponer planes personales y a tender una mano de ayuda. 

Tal vez un accidente o desastre natural del que es testigo, lo sacude de su autocomplacencia y por primera vez comprende tanto por todo lo que debe agradecer como por toda la ayuda que puede rendir a los demás si solamente lo quisiera.

La persona que admira la puesta del sol no adquiere de repente un amor que todo lo abarca por todas las demás manifestaciones de la naturaleza, aunque tampoco el dueño del perro se hará campeón en la causa de todo el mundo salvaje ni tampoco por ello se hará vegetariano. 

También le será imposible para la persona que se siente impelida a ayudar a su prójimo, mantener una actitud continua de inegoísmo y servicio (sus propias inclinaciones son todavía demasiado fuertes) sin embargo se hizo un paso adelante, el gradual amanecer de la comprensión y de la respuesta emocional, que una vez comenzada, nunca podrá ser dejada de lado completamente.

El despertar en un nivel también estimulará el de los demás. 

La sensibilidad elevada en una dirección necesariamente promoverá sensibilidad elevada en las otras. 

Aquél que aprende a responder a la belleza de la naturaleza o a la fascinación del reino animal y estudia la compleja interrelación que se da, adquiere también intuitivamente una mejor comprensión de la humanidad.

También, aquel que aprende a ejercitar la compasión en el nivel humano no puede dejar de ejercerla en todos los demás niveles. 

Hay una buena razón para el viejo dicho, escuchado a menudo en distintas versiones. “Aquel que ama a los niños y a los animales no puede ser malo”.

Somos hechos tan maravillosa e intrincadamente que lo que afecta a uno de los vehículos del Ego afecta a todos. 

Es por ello que el despertar en uno de los planos redunda en un bienestar proporcional. Las emociones nobles dirigidas por una respuesta a la música clásica tienen efecto purificador sobre la mente y los cuerpos vital y físico, así como sobre el de Deseos. 

Los actos de servicio hacia los hombres y los animales fortalecen los dos éteres superiores del Cuerpo Vital, con sus efectos consecuentes beneficiosos. 

Cuando las corrientes de deseos fluyen suavemente y los éteres vitales superiores funcionan bien, la salud de los cuerpos mental y físico también mejora. 

Al despertar en cualquier nivel comienza una reacción en cadena que será activa en cada faceta de la persona, así habrá dado otro paso hacia la meta común de una individualidad bien delineada y equilibrada.

Como todas las cosas parten de Dios, una creciente comprensión de cualquier fase de su Creación también dará como resultado una creciente comprensión de Él.

 Podemos escuchar sin fin la frase:

 “Dios es amor”, pero hasta que nosotros mismos no hayamos comenzado a sentir amor por el prójimo, no podremos comprender su profundo significado. 

Nos pueden repetir que Dios es omnipotente, pero hasta que no hayamos presenciado extasiados el sobrecogedor espectáculo de las rocas nevadas elevándose hacia el valle, o haber vislumbrado la divinidad dentro de un semejante, el conocimiento de que Dios se manifiesta en todas partes dejaría de tener sentido. 

Podemos leer que Dios es omnisciente pero esto también resulta ser un conocimiento vacuo hasta que aprendamos a maravillarnos de las complejidades de la anatomía humana, del orden social intrincado del mundo de los insectos o de los misterios inexpugnables del universo.

El despertar no comienza como ruido de tambores o una fanfarria de trompetas.

Comienza como una suave y dulce música celestial de violines, arpas o de flautas que muy gradualmente va elevando el volumen mientras los demás instrumentos dan timbre, alcance y tonalidad. 

Es una larga composición hecha de una variedad infinita de melodías y armonías y logra su gran clímax recién después de que un espectro vasto de actividad musical se hubo desarrollado. 

Finalmente, la esencia de todos los componentes melódicos y armónicos se combinan en un coro glorioso y triunfante, sólo entonces se logró su magnífica culminación, la conciencia completa de nosotros mismos, de nuestros alrededores y del Todo Universal del cual somos inevitablemente partes.

“Una de las ayudas más importantes para el aspirante en su esfuerzo, es la observación. 

La mayoría de las personas pasan por la vida ciegos. Acerca de ellos se hace literalmente cierto lo de que “tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen… 

Una abrumadora porción de la humanidad sufre de una deplorable falta de observación”. 

“La observación es el uso de los sentidos como medio de obtener información referente a los fenómenos que nos rodean.

La observación es el uso de los sentidos como medio de obtener información referente a los fenómenos que nos rodean. 

La observación y la acción generan el Alma Consciente. 

Es de la mayor importancia para nuestro desenvolvimiento que observemos estrictamente las vistas y las escenas que nos rodean; de otra manera las imágenes de nuestra memoria consciente no coincidirán con los

registros subconsciente automáticos. 

El ritmo y la armonía del cuerpo denso son alterados en proporción a la falta de efectividad de nuestras observaciones en el día. 

Nuestras actividades durante el sueño restauran parcialmente la armonía, pero las conflictivas vibraciones arrastradas día por día y año por año, son una de las causas que endurecen gradualmente y destruyen nuestro organismo hasta que se torna inadecuado para el uso del Espíritu debiendo ser abandonado para darle al Espíritu una nueva oportunidad para crecimiento en un cuerpo nuevo y mejor.

“En la proporción que aprendamos a observar con exactitud, ganaremos en salud y longevidad y necesitaremos memos descanso y sueño”.

En Amoroso Servicio

Centro de Estudios de la Sabiduria Occidental Mexico


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