EL EXITO NOS HACE GENEROSOS
FRATERNIDAD ROSACRUZ DE MEXICO
CENTRO DE ESTUDIOS DE LA SABID
FRATERNIDAD ROSACRUZ DE MEXICO
CENTRO DE ESTUDIOS DE LA SABID
EL EXITO NOS HACE GENEROSOS
Revista Rayos de la Rosacruz
De hecho, “la tierra es del Señor y su plenitud.”
Podemos pensar que “poseemos” un barco, pero en un instante una ola gigante puede tragárselo, devolverlo al almacén de Dios y dejarnos desamparados.
Podemos cavar un hoyo en la tierra y extraer oro u otros minerales, bajo la ilusión de que “poseemos” una mina; pero de pronto los Salamandras encienden los fuegos ocultos, ocurre una explosión y nuestra riqueza ha desaparecido. Dios ha recuperado lo suyo.
Podemos fundir el mineral de hierro de las montañas, construir columnas y vigas para una estructura enorme; podemos mezclar cemento para sus muros y colocar nuestros nombres sobre sus portales para significar nuestro orgulloso sentido de propiedad; pero un terremoto puede deshacer en minutos el trabajo de meses, y cuando eso ocurre, las columnas retorcidas van al montón de chatarra para desintegrarse, pues Dios ha recuperado lo que le pertenece.
En realidad, no poseemos ni podemos poseer nada material. “La tierra es del Señor y su plenitud.”
Todo lo que tomamos y acumulamos es, en el mejor de los casos, un préstamo. Dios no siempre es consultado sobre su voluntad de prestar, y la deuda puede ser exigida en cualquier momento.
Así, quien solo pretende acumular es un necio. Muchos, cuyo corazón y alma están enfocados únicamente en adquirir riquezas, lo comprenden subconscientemente, y por ello intentan engañarse a sí mismos con la idea de que la posesión de riqueza no es su objetivo final, sino sólo un medio para lograr un fin.
Este objetivo imaginario siempre es altruista en cierta medida, porque les hace sentirse buenos y justos.
Está bien que un joven sueñe con riqueza para dar comodidades a sus padres ancianos; halaga su vanidad considerarse su benefactor, y disfruta anticipadamente de sus expresiones de elogio y gratitud.
Puede retirar su apoyo actual, y justificar su negligencia diciendo que quiere estar libre de compromisos mientras “hace su fortuna”. Entonces “compensará” por ello.
Pero el que no es “fiel” ni ayuda cuando tiene ‘poco’, no se vuelve generoso cuando ha acumulado ‘mucho’, de la misma manera que el leopardo no cambia sus manchas, y por eso, en la puerta de la muerte, si no antes, Dios demanda TODO lo que tal persona tomó prestado, y un interés también, en tristeza y sufrimiento, cuando en el purgatorio las imágenes le harán sentir su dureza de corazón.
Es literalmente cierto que “el que da al pobre le presta al Señor”, que está acumulando “tesoros en el cielo”, pues en la existencia posterior, la benevolencia que motivó sus buenas acciones y la gratitud de quienes fueron ayudados por él repercuten sobre él y le dan mayor poder del alma.
Es mal negocio ser tacaño, pero la generosidad discriminada crea éxito aquí y en el más allá.
Tampoco deberíamos aplazar el cultivo de esta virtud hasta tener abundancia. Cristo elogió “a la viuda” porque su don, aunque pequeño, probablemente implicó un gran sacrificio y negación de alguna necesidad. Por tanto, fue verdaderamente mayor que las ofrendas de quienes vivían en la opulencia y no se sentían más pobres al dar su contribución.
No estamos en desacuerdo con quienes desean adquirir riqueza para ayudar más, pero reiteramos que, aunque la riqueza abre vías para la expresión del carácter, no cambia la naturaleza de una persona.
El hombre que es tacaño cuando es pobre realmente se vuelve más avaro cuando es rico; el generoso en la pobreza se vuelve más dadivoso cuando la fortuna le favorece. En cada caso es cierto que “lo que se cría en los huesos se muestra en la carne”, y es igual de importante cultivar la virtud de la generosidad como cualquier otra, incluso desde el punto de vista egoísta.
Como dice Ella Wheeler Wilcox con la siguiente idea:
Da de tu oro, aunque sea pequeña tu porción.
El oro se oxida y se reseca en las manos que lo retienen.
Crece en aquellas que lo abren amplio y libre.
Quien siembra su cosecha es quien la recoge.
Traducido por la Fraternidad Rosacruz de Mexico en amoroso servicio.