SIGNIFICADO

DE TAN

IMPORTANTE

MISIÓN


CENTRO DE ESTUDIOS

DE LA SABIDURÍA OCCIDENTAL DE MEXICO

SIGNIFICADO DE LA MISIÓN DE CRISTO

En el artículo anterior hemos visto como fracasó el primer intento de reconciliación entre los hombres-fuego, descendientes de Caín, y los hombres-agua, descendientes de Abel-Noé.

Habíamos visto también como la tendencia de Caín fue la creadora de la civilización Atlante, que falló estrepitosamente por encontrarse alienada de esa otra tendencia que coexistió en el alma humana, representada por Abel, naufragando la civilización de Caín en las aguas del Diluvio.

A partir de entonces fue la tendencia de Abel, representada por Noé, la que dispuso de todos los poderes del Universo, sometiendo al “hermano mayor”, es decir a esa tendencia, de la que fluyen todas las creaciones, la tendencia de Caín.

Las dos tendencias colaboraron por primera vez, en la edificación del Templo de Salomón, pero el descendiente de Abel, el Rey Salomón, sintió celos del arquitecto que edificaba el Templo, Hiram Abiff, y fue cómplice de su muerte. Podemos decir pues que, si primero fue Caín quien mató a Abel, después fue Abel el que dio muerte a Caín.

Como hemos ido repitiendo a lo largo de ésta serie de artículos, no hay que entender estos hechos como un mero relato histórico, sino como un proceso de desarrollo del alma humana, que va repitiéndose al comenzar cada nueva vida, cada nueva reencarnación.

Hay en el Mundo, un número infinito de personas que están dando muerte a su hermano Abel, es decir, que están suprimiendo sus impulsos espirituales para creer solamente lo que ven con sus órganos físicos, y siguiendo una vía empírica, mientras otros están dando muerte a su hermano Caín, y anulan sus impulsos creadores para limitarse a una vida de supeditación y de obediencia.

Pero el hombre integral es el que está en condiciones de utilizar la potencialidad de las dos tendencias, y para proceder a una reconciliación definitiva de los “hermanos enemigos”, vino a la Tierra Cristo, un espíritu procedente de una generación situada tres escalones más allá de la nuestra.

Entre la oleada de vida a que pertenece Cristo y la nuestra hay tanta distancia como entre nosotros y los minerales. La oleada de vida mineral, para alcanzar su fase humana, explica Max Heindel en su libro Concepto Rosacruz del Cosmos, deberá pasar por un período vegetal, por un período animal y su tercer escalón, será el humano.

Nosotros también nos encontramos separados de la generación de los dioses, por tres escalones que son el Angélico, el Arcangélico y el de la Divinidad, empleando una terminología cristiana. Cristo era pues el Hijo de Dios, es decir, una emanación de la oleada de vida que se ocupa de la evolución de nuestra humanidad.

LA MISIÓN DE CRISTO

Cristo no vino sólo al mundo para enseñarnos como deben colaborar las fuerzas que integran nuestro psiquismo. Su misión era muchísimo más amplia. Para comprenderla, debemos analizar los Planos Superiores.

La vida humana tiene lugar en tres planos diferentes: el Plano Físico, al que corresponde el Mundo Físico, visible para todos. El Planeta Tierra nos facilita los elementos necesarios para la fabricación y el sustento de un Cuerpo Físico, el Plano Emotivo o de Deseos, al que corresponde un Mundo de Deseos o Mundo Astral, que facilita la “materia” para la construcción de nuestro Cuerpo de Deseos o Cuerpo Astral, invisible a la vista física, y el Plano Mental, al que corresponde el Mundo del Pensamiento, que facilita la “materia” para la construcción del Cuerpo del Pensamiento, invisible también al ojo físico, pero que llevamos dentro, inter-penetrado en nuestro Cuerpo Físico.

Al morir el Cuerpo Físico, la vida se retira del Cuerpo Astral o de Deseos, y el hombre vive entonces en el Mundo de Deseos, donde tiene lugar la purificación y la impresión de las experiencias vividas en la conciencia.

Cuando éste cuerpo Astral o de Deseos muere a su vez, la vida se retira al Cuerpo del Pensamiento, en el Mundo del Pensamiento, y es allí donde se planea una nueva existencia, donde se formulan los nuevos propósitos evolutivos, es decir, es en el Mundo del Pensamiento donde tiene lugar la renovación que permitirá al hombre, en una nueva vida, dar pasos adelante en dirección del progreso espiritual, moral y material.

Cuando Cristo vino a la Tierra, la humanidad había recibido ya el Cuerpo del Pensamiento, pero no había tenido ocasión de desarrollar una vida mental. Por consiguiente, al morir, la vida se retiraba al Mundo del Deseo y volvía otra vez a la Tierra, sin pasar por el Mundo del Pensamiento, donde poder respirar a pleno pulmón la corriente renovadora.

La vida se había convertido en un círculo vicioso, y los hombres caían una y otra vez en los mismos errores, repitiendo sus experiencias sin la menor utilidad. Era preciso que alguien les facilitase el acceso a este nuevo mundo del Pensamiento, en el que podrían desarrollar una nueva dimensión humana. Cristo vino, sobre todo con ésta misión.

LA PERSONALIDAD COMPUESTA DE CRISTO

En la figura de Cristo hay dos personalidades unidas, una humana y otra divina. Jesús es la parte humana y Cristo la Divina.

La razón de ésta composición es la siguiente: El cuerpo Físico es un instrumento que nosotros hemos fabricado en el presente Día de la Creación.

Las oleadas de vida que nos preceden no han tenido jamás un Cuerpo Físico, de modo de Cristo, aún perteneciendo a la generación de los Dioses, no estaba en condiciones de fabricarse un Cuerpo Físico con la perfección con que lo hacemos nosotros.

El que sea un espíritu inmensamente superior no es argumento que sirva para explicar su inferioridad vis a vis de lo nuestro, ya que un ingeniero, capaz de realizar grandes obras que duran siglos, recurrirá a un carpintero si necesita una silla, y con toda seguridad, ese carpintero a pesar de su modestia, le fabricará mejor la silla que no lo hubiera hecho el ingeniero.

Formando parte de la oleada de vida superior, tampoco podía Cristo proceder a nuestro sistema de generación, porque la intensa frecuencia vibratoria de su personalidad hubiera desintegrado el receptáculo materno.

Para que Cristo pudiera manifestarse en el Mundo Físico, era preciso que existiera una persona lo suficientemente evolucionada como para que su cuerpo físico resistiera a esa intensa frecuencia vibratoria de Cristo. Esa persona fue Jesús.

Refieren las crónicas herméticas que Jesús es una reencarnación del Rey Salomón que, como vimos en el anterior artículo, era el más egregio representante de la tendencia Abel-Noé.

Puede decirse que Salomón era el espíritu más adelantado de la generación de los hombres y él fue el requerido por las Jerarquías Creadoras para que prestara su cuerpo físico a esa operación salvadora.

Jesús consintió en realizar el sacrificio, acepto voluntariamente la misión, ya que, como hemos indicado en otras ocasiones, el hombre goza de una libertad absoluta en el Mundo, y si Cristo no hubiese encontrado un hombre que libremente se hubiera prestado a su operación salvadora, esa operación no hubiera podido tener lugar.

Así pues, Jesús puso el Cuerpo Físico, a la edad de treinta años, y Cristo puso sus Cuerpos Superiores a partir del Cuerpo de Deseos o cuerpo Astral que era la parte más inferior desarrollada por la generación a la que Cristo pertenece. El Cuerpo Astral o de Deseos de Jesús abandonó su edificio físico, y Cristo penetró en ese caserón vacío para cumplir su misión.

LA NECESIDAD DE UNA MUERTE VIOLENTA

La doctrina que predicó Cristo, difería de las religiones existentes en algo fundamental, mientras las religiones anteriores predicaban la meditación y la contemplación, y los rezos. Cristo vino a predicar la acción ante todo: Primero la obligación y después la devoción, reza uno de los dichos cristianos.

A Dios rogando y con el mazo dando, reza otro. A quien madruga Dios le ayuda, proclama un tercero, haciendo hincapié en la actividad humana.

La mayoría de sus parábolas tienen como protagonistas a hombres que trabajan, y a sus propios discípulos, no eran anacoretas sino hombres que trabajaban, pescadores. En la doctrina de Cristo se encuentran pues unificadas las dos tendencias antes enemigas: la que trabaja y la que contempla.

Pero su misión principal consistía en venir a morir violentamente en la Tierra. El esoterismo explica (y prueba de manera evidente) que todas nuestras vivencias quedan depositadas en la sangre y que, en el momento de morir, esas vivencias se imprimen en el átomo-germen del Cuerpo de Deseos, en vistas al proceso de asimilación post-mortem.

Cuando la sangre se derrama, esas vivencias escapan y el Cuerpo de Deseos queda destruido, esa destrucción es, precisamente, la que Cristo buscaba. Su sangre debía derramarse sobre la tierra para que las intensísimas vibraciones de su Cuerpo de Deseos y de su Cuerpo Mental, quemaran, por así decirlo, la barrera de vibraciones densas que no permitían al hombre atravesar la frontera del Mundo de Deseos para penetrar en el Mundo del Pensamiento.

Nos dicen los Evangelios que Cristo bajo a los infiernos para liberar a los condenados.

Ello significa que la vibración crística desintegró la estructura del Mundo de Deseos, donde se hallaban purgando los desencarnados, los cuales ascendieron de golpe hacia la Región del Pensamiento.

Las Puertas de un mundo nuevo quedaban abiertas y la vibración crística, ya para siempre, encadenada a la Tierra, continuaría siendo una máquina permanente de salvación, al fluidificar, gracias a su intensidad vibratoria superior, el ambiente enrarecido que va creando el hombre. Sin la ayuda que prestó, y que sigue prestando Cristo, el progreso del hombre se hubiese retrasado en tal vez decenas de milenios.

LA RECONCILIACIÓN DEFINITIVA DE SALOMÓN E HIRAM

Hemos dicho que Jesús era una reencarnación del Rey Salomón.

El arquitecto Hiram Abiff se encontraba de nuevo, en los tiempos de Cristo, sobre la arena de la vida.

En ésta nueva y definitiva confrontación, iba a producirse la reconciliación definitiva, entre los representantes de las dos tendencias “enemigas”.

La historia de esa reconciliación nos es narrada en uno de los primeros milagros de Cristo, el de la resurrección de Lázaro, el Hijo de la “Viuda”.

Ya hemos indicado en los artículos precedentes que Caín fue también llamado el Hijo de la Viuda, porque fue engendrado por la Serpiente, a la que después dio muerte Jehová, quedando así Eva viuda de la Serpiente.

En lo sucesivo, a los herederos de la tendencia de Caín, se les ha venido denominando “Hijos de la Viuda”, y así se conocen hoy los francmasones del mundo entero, representantes teóricos de la tendencia de Caín.

Cristo resucitó al Hijo de la Viuda, es decir, fue a potenciar una tendencia que había quedado postergada desde el Diluvio y que, a partir de la venida de Cristo, volvería a tener gran protagonismo.

Este Lázaro resucitado, dicen las crónicas herméticas, se convirtió en Juan Evangelista, el discípulo preferido de Cristo.

El fue el encargado de difundir por el mundo entero la doctrina esotérica cristiana, mientras Pedro fundaba la iglesia exotérica para los que, no estando preparados para seguir el camino de la razón, puedan desarrollarse espiritualmente por el camino de la Fe.

Cuenta la crónica hermética que cuando Lázaro-Juan fue resucitado por Cristo, se dirigió al lugar donde Hiram Abiff enterrara el disco que le diera Caín antes de morir, en el que se encontraba grabada la fórmula que permitía aliar el AGUA con el FUEGO, y el martillo para llamar a los obreros del Templo. Al pié de aquella acacia halló lo que buscaba, pero el disco se había transformado en una Rosa, y el martillo en una Cruz.

La Rosa y la Cruz serían el signo de la llamada de los Obreros al Templo, ese Templo psíquico, inacabado, que sin ruido de martillos va construyendo el hombre.

Es por ello que los que un día fueron Obreros de ese Templo, los que comprendieron la Obra del Mundo y quisieron participar conscientemente en su edificación, al ver la rosa y la cruz, saben que allí está el Maestro Hiram llamándoles para proseguir la Obra.

El discípulo Juan, antes Hiram, el más excelso representante de la “raza” de Caín, tomo el nombre simbólico de Christian Rosenkreutz para realizar su obra.

En torno a él, doce Hermanos Mayores se dedican a instruir a los obreros del Templo, cuidando que de Aprendices pasen a Compañeros, y luego a Maestros. Seis de esos Hermanos Mayores se encuentran encarnados en nuestro Mundo Físico, y otros seis actúan en los Mundos Superiores.