EL CAMINO DE LA VERDAD



FRATERNIDAS ROSACRUZ DE MEXICO



CENTRO DE ESTUDIOS DE LA

SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO

EL CAMINO DE LA VERDAD

Ahora que comienza a disminuir la preocupación intensa por lo que es material - misma que caracterizó a las generaciones más recientes del hemisferio occidental - la búsqueda de la verdad volvió nuevamente a constituir un factor significativo en la vida del ser humano.

Se brinda atención renovada a los asuntos espirituales y muchos individuos y organizaciones en la actualidad, creen haber encontrado el camino de la verdad.

Aquellos que defienden la Filosofía Rosacruz creen, naturalmente, que dicho camino se encuentra en las Enseñanzas Esotéricas Occidentales que efectivamente nos revelan el Plan Divino de la creación y de la evolución de la forma más explícita jamás dada a la raza humana.

En principio, sin embargo, hay un factor básico que los buscadores de la verdad, muy a menudo, pasan por alto: y es que la verdad no se revela por medios intelectuales, por muy agudos que éstos sean; ni siquiera por la meditación o la oración más sincera.

¡La verdad es descubierta esencialmente en la vida y sólo en ella!

Como tantas veces dijo Max Heindel:

“Eventualmente, no sólo será posible alcanzar nuestros fines evolutivos como la paz espiritual que invariablemente acompaña a aquellos que viven de forma correcta y se dedican a una vida de servicio y amor desinteresado por el prójimo”.

Cuando una persona vive y ayuda con dedicación, de forma altruista, hay una sensación de la Presencia Divina que emana de su servicio.

Es así, mediante la práctica de la verdad, que la persona comienza a comprenderla.

Cristo Jesús resumió este aspecto de una forma muy concisa cuando afirmó:

”Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida”.

El camino, la verdad y la vida son inseparables.

Cristo Jesús también dijo:

“Ningún hombre puede venir al Padre sino a través de mi”.

Sólo encontraremos nuestro camino hacia Dios, en donde está la verdad, si seguimos el camino, la verdad y la vida ejemplificada por Cristo Jesús.

El aspecto más característico de la vida de este Ser es el Principio del Servicio.

Desde el momento en que Cristo tomó el cuerpo de Jesús hasta que dejó el vehículo físico a Él entregado para entrar a la tierra como su espíritu planetario, todas sus acciones fueron de servicio a la humanidad a la cual vino a salvar.

Y no sólo eso, Cristo sirvió al hombre mucho antes de su nacimiento entre nosotros y continuará a su servicio hasta el fin de la Época Gloriosa que será anunciada con su segunda venida.

Las cualidades que lo impulsan son el servicio y el sacrificio de sí, el amor y la compasión.

Esas cualidades deberán ser las que nos impulsen si realmente deseamos encontrar la verdad.

Los esfuerzos intelectuales, los estudios metafísicos, las conversaciones cultas; todo eso puede dar sus frutos si son hechos con la intención de mejorar nuestra capacidad de servir utilizando aquello que vamos aprendiendo.

Mas si su finalidad fuese satisfacer nuestra vanidad o curiosidad, serían prácticas que nunca nos conducirán a la verdad.

Podemos adquirir mucho conocimiento, pero si este no es utilizado en beneficio de nuestros hermanos, y podría incluso funcionar de forma perjudicial en nuestra contra.

El camino de la verdad es difícil de seguir.

No es un camino ancho de lujos, comodidad material y lugares espirituales comunes.

Si queremos seguir esa vía, tenemos que prepararnos para seguir esa vía, debemos de prepararnos para trabajar diligentemente y para sacrificar los placeres y los deseos personales por el interés del bien colectivo.

Hemos de contribuir con todo lo que tenemos en nosotros para llevar a cabo el servicio y desarrollar nuestras múltiples capacidades de forma altruista.

El juicio, el discernimiento, la tolerancia, la diplomacia y la paciencia son una parte tan importante de nuestra vida como los propios servicios que brindamos.

Cuanto más extensamente se desarrolle la epigénesis de una persona, más perfectos serán sus logros y mayor será su contribución al bien común.

Sin embargo, para que todo el potencial pueda ser alcanzado, es necesario que el lado del corazón tenga un desarrollo simultáneo.

El camino de la verdad no tiene fin, al menos no en relación con nuestra perspectiva actual.

Mientras más servimos a los demás, mayor satisfacción, alegría y felicidad espiritual tendremos en nuestro interior y más nos acercaremos a la verdad; por otra parte, también es cierto que mientras más servimos al prójimo, tanto más grande es nuestra necesidad de continuar en el servicio.

El trabajo bien hecho, en el medio en el que vivamos, nos lleva hacia otros horizontes.

Las necesidades de la humanidad son muchas e intensas y los medios de los que dispone una persona para hacer el bien a los demás son casi infinitos.

Cuanto más bien hagamos, más sentiremos el llamado a seguir realizándolo.

La soberbia y la presunción no forman parte de este camino.

Las personas que, a través de los siglos, prestaron los servicios más dedicados se lamentaron de no haber podido hacer más…

Y la idea de recibir reconocimiento nunca cruzó por su mente.

Sabemos que el amor es el principio que guía el universo.

El amor impersonal (que es la forma de amor más elevada) conduce al servicio.

También sabemos que la evolución es un proceso continuo, siempre ascendente, apuntando siempre hacia cimas aún no escaladas las cuales, a su debido tiempo serán sustituidas por cumbres aún más altas.

Sabemos que el propio Dios solar que ya posee cualidades inimaginables para la humanidad continúa su evolución y ascensión hacia perfecciones cada vez mayores.

En resumen, cuanto más evolucionamos, el tipo de servicio que podemos realizar adquiere una cualidad inigualable y así, la verdad que nos es revelada se vuelve más completa y significativa.

Hay varios niveles de la verdad, adecuados a los diferentes periodos de evolución.

Las verdades del tiempo en que reinaba el régimen de Jehová mediante el orden y el miedo, deberán ahora ser superados por el amor y la fraternidad de la Religión Cristiana.

Cuando, de aquí a muchos años, el cristianismo esotérico sea sucedido por la Religión del Padre, alcanzaremos la comprensión de verdades mucho más avanzadas que, hoy en día nos son totalmente inconcebibles.

Podemos estar seguros de que el camino que llevará a dichas verdades será también uno de autosacrificio y de servicio, a pesar de que estos serán mucho más refinados, sutiles y exigentes que los que encontramos en nuestra presente vía de desarrollo.

Puede verse, así, que la noción que existe en nuestra mente acerca de la verdad está equivocada; por lo menos, en relación con los objetivos que tenemos en el presente.

Si realmente existe una verdad sublime y última, más allá de lo que pudiera vislumbrarse en cualquier horizonte, ciertamente debe pertenecer al Absoluto.

Pero este concepto es tan remoto, tan distante -mucho más allá de nosotros y de nuestro Dios Solar- que de nada nos servirá preocuparnos ahora del mismo.

Por cuestiones de nuestra evolución, en los millones de años que habrán de venir, la verdad sólo podrá ser relativa.

Así como sobrepasamos ya la fase del salvaje, para quien la verdad es la conquista por medio de la fuerza, del sacrificio sangriento y los perpetuos antagonismos; también eventualmente sobrepasaremos los elevados ideales del Cristianismo que ahora se nos presentan.

Cada periodo de manifestación y cada día de manifestación septenario comienza en un plano superior al anterior.

Presentando su propia serie de objetivos con sus respectivas verdades relevantes.

Es pura ilusión cuando alguien manifiesta haber encontrado la verdad absoluta que quedará establecida para siempre.

Pero hay una cosa de la que podemos tener seguridad: cada fase sucesiva de la verdad que alcanzamos implica una demostración de amor y unidad cada vez más sublimes.

Mostrará una comprensión y una expresión más elevadas de lo bueno y de lo bello.

Nos alejará del pequeño “yo” acercándonos más a Dios.

Los grandes seres que se encuentran más avanzados en la escala evolutiva tienen una concepción de la verdad mucho más vasta que la nuestra.

Cuando analizamos las diferentes formas en que han contribuido para nuestro bien, queda bien demostrado cómo todo el progreso está relacionado con el servicio.

Todo lo que conseguimos y que es tiene un valor perenne, se gana en la medida que somos capaces de entregarnos a nosotros mismos.

Todos los que consideren haber encontrado la verdad, deberán utilizarla para el bien de la humanidad.

Sólo así, dicha verdad habrá pasado la prueba de la utilidad.

Sólo así podrá verificarse si es genuina, viable, operacional; o si por el contrario, no es más que una ilusión a la que se someten por inocencia o ignorancia.

Si es ilusoria, cuanto más rápido nos liberemos de ella, mejor.

Si es real, entonces el mejor acto de servicio será compartirla con otros.

Es reprensible ocultar la verdad cuando la hemos encontrado.

Así como la verdad no puede ser aprendida mediante la experiencia meramente intelectual, del mismo modo no puede ser comunicada sólo a través de la oratoria.

Nosotros, quienes tenemos la alegría de comprender y creer las enseñanzas del Cristianismo Occidental, tenemos el deber de divulgarlo a aquellos que están aptos para recibirlos.

No olvidemos que la manera en que vivimos pregona de forma más directa y eficaz que las enseñanzas y las palabras de nuestra boca.

Decir una cosa y actuar de otra forma sólo podrá ofender a las personas a quienes deseamos llegar y hacer que ellas nos miren con incredulidad.

No hay otra manera, si vivimos la vida, si nos dedicamos desinteresadamente al servicio, experimentaremos y podremos expresar la verdad.

Si no vivimos de esa vida, tendremos una gran decepción, pues no hay otro curso de acción que nos lleve a alcanzar ese objetivo.

LECCION MENSUAL DEL ESTUDIANTE

JUNIO 1980

ROSICRUCIAN FELLOWSHIP


En Amoroso Servicio

Centro de Estudios de la Sabiduría Occidental Mexico