CARTA DE LA SRA HEINDEL 

EL CONOCIMIENTO DE NUESTRA PROPIA DIVINIDAD 


FRATERNIDAD ROSACRUZ DE MEXICO


CENTRO DE ESTUDIOS DE LA SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO

LECCIÓN DE FILOSOFÍA DE LA FRATERNIDAD ROSACRUZ

1 de mayo del 1938

Cuando miramos alrededor y vemos las hermosuras de la naturaleza y gozamos del sol y de las flores, y en seguida leemos en los diarios acerca de las horrorosas guerras, del enojo de los hombre unos con otros; de las inundaciones, terremotos, huracanes, pestilencias y de las sequedades que roban al hombre su sostén, no podemos sino preguntar si hay un Dios justo quien creara hijos a su imagen y entonces deliberadamente les destruyera. 

El hombre tiembla y teme el futuro, considerando cuando él mismo tendrá que sufrir tales calamidades, y pregunta ¿por qué, por qué toda esta miseria?

Job nos dice en el capítulo 12, versículo 8: “O, habla a la tierra, que ella te enseñará.” El espíritu del hombre existía antes de que había una tierra física y antes de existir un cuerpo físico. 

A fin de llegar a ser verdaderos hijos de un sabio y divino Padre, tenemos que aprender a crear las cosas transitorias y por medio de esas cosas externas y que desvanecen, necesitamos llegar al conocimiento de nuestra divinidad. 

Por la destrucción y pérdida de cosas externas, que causan sufrimiento a estos hijos de Dios, pueden ellos aprender y hacerse sabios.

La Tierra fue hecha para ser el campo de batalla del hombre; él destruye y edifica. La destrucción siempre precede a la construcción. La destrucción es frecuentemente dolorosa, pero solo cuando el hombre se lastima empieza a pensar verdaderamente; dolor y muerte son necesarios para la edificación del Alma. 

Solamente cuando el niño sufre aprenderá a ser cuidadoso; solamente cuando el hombre sufre pensará en Dios. Por el dolor y el pesar tiene que conocer el hecho de que todas las cosas materiales son transitorias, que solo el espíritu es verdadero; que el cuerpo físico necesita morir para que pruebe las bendiciones de la vida del Espíritu.

El mundo interior del hombre es construido de las experiencias que él saca del mudo exterior y material. Está ligado a la Tierra por cadenas que él mismo ha forjado. Sufre por causa de los errores que ha hecho, por causa de instintos egoístas expresados en vidas pasadas; y solamente puede librarse de estos vínculos por la observación de las cosas del espíritu y por una vida de acuerdo con su naturaleza superior.

Esta casa física que el hombre mismo ha edificado, ¿qué será? ¿Ha construido sabiamente y bien o ha usado heno y hojarasca? ¿Están cerradas las ventanas del alma y el alma manchada por la gratificación de la naturaleza inferior? ¿O ha construido el hombre el cuerpo-alma por recto vivir y ha alimentado al hombre superior de modo que el Dios interno brilla e ilumina el camino de otros? 

El hombre espiritual no teme los elementos cuando realiza que la muerte no le puede anonadar, y que la disolución de su casa física es solamente cambiar a una que es más duradera, que si su casa terrenal se destruye “tiene una casa no hecha de manos, eterna en los cielos.”

“Dios no hace acepción de personas.” Él ve solamente el espíritu que está desarrollándose y que habita en este cuerpo que se destruye y un nuevo cuerpo es edificado según el espíritu aprende sus lecciones. Lo que por siglos la iglesia ha atribuido a Dios, haciendo de Él un Dios cruel y vengativo, las enseñanzas rosacruces echan sobre el hombre mismo. 

Él es quien produce el mal. Por sus propios hechos egoístas, él trae sobre sí mismo esos terrores de la naturaleza; es la inhumanidad del hombre para con el hombre, que trae las guerras y la pestilencia. 

Estas enseñanzas restauran un DIOS DE AMOR al hombre, un Dios que siempre cuida de sus hijos para que sean levantados y colocados en su lugar debido como sus justos herederos.

En el “Canto Celestial” por Sir Edwin Arnold se dice:

“El Espíritu nunca ha nacido

No cesará de ser jamás:

En tiempo ninguno ha dejado de ser.

Principio y fin no son más que ensoñaciones;

El Espíritu ha permanecido siempre

 Libre de todo nacimiento o muerte.

Esta en nada lo afecta.”


En Amoroso Servicio

Centro de Estudios de la Sabiduría Occidental Mexico