EL PRIVILEGIO DEL SERVICIO
Christine Lindeman
Mañana y tarde, el Servicio de la Capilla de Mt. Ecclesia (Oceanside) incluye esta pequeña oración: “Padre, te damos gracias por el privilegio de servirte, te damos gracias por tu Divino Amor”.
Este Divino Amor, se manifiesta más claramente durante el tiempo de Navidad, cuando el Cristo del nuevo año enviado por el Padre, otra vez alcanza el centro de nuestra Tierra. Con éste, que es el más maravilloso de todos los regalos, el Padre, en su infinito y misericordioso Amor, no asegura una vez más que, renovando nuestros esfuerzos estamos facultados para progresar en la vida verdadera en la preparación espiritual, aquí como también en lo físico.
Nuestras gracias al Padre por esta evidencia de Su imperecedero Amor serían ciertamente más intensas en esta época, que en cualquier otro momento del año.
Tanto más conscientemente nosotros podemos limpiarnos internamente y utilizar las inestimables, valiosas y grandes Fuerzas Espirituales infundidas en esta época a nuestro planeta, cuánto más podemos comprender el portento y la magnitud de Su amor.
Mucho más difícil de entender para la humanidad es el concepto de que el Servicio es un privilegio.
Muchos entre nosotros han aprendido a servir bien, al menos intermitentemente porque la conciencia lo exige, porque el compadecernos de los demás reclama de nosotros una respuesta activa, o porque sucede que respetamos o amamos a algunos de nuestros semejantes suficientemente como para “hacer todo lo posible” por ellos en particular.
Muchos de nosotros también gozamos ciertos aspectos de nuestro Servicio y esto está perfectamente merecido. Este Servicio es también un quehacer de privilegio que, sin embargo, está lejos de ser reconocido de ninguna manera.
También muchos Egos, quienes conscientemente marchan a lo largo de la Senda espiritual, sirven porque el servicio es uno de los requerimientos para la evolución personal y el medio por el que más rápidamente puede evolucionar en su conjunto la oleada de vida.
Solamente los más altamente desarrollados entre nosotros consideran al Servicio, no solo como una responsabilidad a ser tomada seriamente, sino también como un privilegio a ser asumido agradecidamente.
La humanidad, sin embargo, es ayudada por grandes seres, quienes se dedican al Servicio precisamente porque ellos lo consideran un privilegio realizarlo. Sin su ayuda, amándonos y ayudándonos voluntariamente, el progreso humano sería mucho más difícil de lograr.
Los Hermanos Mayores de la Orden Rosacruz están incluidos entre estos seres.
Podemos estar seguros de que el más Grande Servidor de todos, el Cristo, considera su auto sacrificio anual como un alto privilegio, sacrificio que Él preparó durante largos eones y que no abandonará hasta que sus propósitos hayan sido enteramente cumplidos.
La naturaleza del Servicio como un privilegio es explicada en el “Servicio del Templo” de la Fraternidad Rosacruz. Decimos que:
“El Servicio amoroso y desinteresado a los demás
es el camino más corto, más seguro y más gozoso que conduce hacia Dios”.
¿No somos realmente privilegiados al habernos sido dado esta avenida de acceso a Dios?
¿No es un consuelo conocer que, si intentamos sinceramente subir la recta, angosto, y estrecha senda podemos aumentar la rapidez de nuestro progreso espiritual a través del instrumento del servicio?
También en el Servicio del Templo somos invitados a considerar de Cristo, aquella su definición de la grandeza que dice: “Quien quiera ser el primero debe ser el último y el servidor de todos”. De esta manera, el Servicio es un privilegio porque éste es un inexpugnable medio de incrementar nuestra estatura evolucionaria.
Sin embargo, el Servicio aparece más notablemente como un privilegio, porque éste es un camino tangible, útil, práctico y productivo por el cual podemos dar gracias a Dios por su Divino Amor que nos bendice sin limitaciones. El servicio agrada a Dios, como conocemos de un estudio de los Tabernáculos en el Desierto.
De él leemos que sobre al altar de las ofrendas “la sangre de los toros y chivos, involuntarias víctimas, fue una fuente de penas y desagrado para Dios”.
En cambio “el incienso que se elevaba a los cielos con su dulce fragancia, simbolizaba el Servicio voluntario de devotos sacerdotes. Estas ceremonias, que se realizaban en muchos lugares, eran agradables a la Deidad…”
Al servir a nuestro prójimo, servimos a Él. Al servir a nuestro prójimo, lo complacemos.
Al servir a nuestro prójimo, crecemos. Al servir a nuestro prójimo, nos acercamos más estrechamente a Él.
Al servir a nuestro prójimo, imitamos en nuestro pequeño camino el servicio realizado continuamente por el más grande de Sus hijos, el Cristo.
Sin duda alguna, en esta sagrada época del año, cuando nosotros mismos estamos siendo servidos tan magnánimamente de la verdadera Fuente de toda Vida y Amor, repitamos fervientemente, desde lo más hondo de nuestro ser: “Padre, te damos gracias por el privilegio de Servirte, te damos gracias por tu Divino Amor”.
En Amoroso Servicio
Centro de Estudios de la Sabiduria Occidental Mexico.