LA RESURRECCION


FRATERNIDAD ROSACRUZ DE MEXICO


CENTRO DE ESTUDIOS DE LA SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO

LA RESURRECCION

El mensaje que llega a la humanidad en la temporada de Pascua varía en su significado según el estado evolutivo y el grado de conciencia del individuo. 

La Pascua es la festividad de la resurrección de Cristo, y fué la fiesta principal en los principios de la era cristiana que se observaba con gran solemnidad. 

Era consagrada por la primitiva iglesia para la administración de los ritos bautismales; y el nombre latino del domingo que sigue a la Pascua, "Domínica in Albis", es el reconocimiento de la costumbre de los recién bautizados al llevar túnicas blancas en la semana intermedia, durante la cual los fieles se saludaban unos a otros con el beso de paz y el saludo: "Cristo ha resucitado", para el cual la respuesta era: 

"El ha resucitado verdaderamente".

El drama de la resurrección es común a la mayoría de las grandes religiones mundiales, y nos es transmitido en la tradición de los primitivos cultivadores de la tierra. 

Estas gentes primitivas, maravillándose ante la vida que emerge de una semilla plantada en la tierra, urdieron una complicada mitología en la cual dioses héroes descendieron a la Tierra y ascendieron otra vez. 

En el mito

babilónico, Tammuz es la semilla que desciende a los mundos inferiores, permaneciendo allí como una cosa muerta, hasta que Ishtar, la diosa de la fertilidad, la rescata (a la semilla) de su oscura caverna y la lleva hacia la luz. 

El surgimiento de su propio alimento era tan importante para nuestros ancestros, que el milagro de la semilla evolucionando a una substancia dadora de vida, fué asociado con la supervivencia humana. 

Porque si la semilla no crecía, el hambre y la muerte seguían; por consiguiente, se hizo costumbre ofrecer oraciones y sacrificios para propiciar la cosecha, y una décima parte de ésta fue reservada para el nuevo plantío. 

Este fue el origen del diezmo.

Los escritores de los cuatro Evangelios escribieron en un tiempo en que esta mitología era de conocimiento común. La semilla es mencionada en Lucas 8:11 como la "palabra de Dios", y en San Juan, Cristo Jesús es mencionado como el Verbo, el único engendrado del Padre. 

Según San Pablo, a menos que la semilla muera, no puede vivir de nuevo. Siendo así, existe evidencia de que los autores de los Evangelios relacionaban el milagro de la semilla con la historia de la resurrección.

En los Evangelios se dice que la tumba fué "abierta en una peña", y Cristo Jesús se refiere a Pedro diciendo: "Tu eres Pedro, una piedra...". 

Como Místicos Cristianos sabemos que el nacimiento espiritual tiene lugar mientras el espíritu está encarnado en el cuerpo físico, que es la roca sobre la cual debemos construir nuestra iglesia o templo, y éste templo somos nosotros. 

María simboliza la Luna, señora de todas las cosas que producen vida. 

El nombre María se deriva del hebreo Myriam, y significa literalmente agua. En latin es mare, que significa mar.

Durante siglos la Biblia fue traducida literalmente. La iglesia se opuso a cualquier intento de buscar un significado más profundo, y promulgó acusaciones y anatemas contra aquellos que se atrevían a investigar u oponerse a la interpretación oficial.

Una de las antiguas creencias era la de que en el día del juicio las tumbas arrojarian a sus muertos, que saldrían de ellas para ser juzgados. 

Esto fué tan intensamente aceptado que muchos de los primeros creyentes efectivamente conservaron a sus difuntos en tinas de aceite para que la carne no se corrompiese, y los muertos pudiesen salir en sus antiguos cuerpos para el juicio final. 

Nosotros hemos evolucionado a nuestra presente comprensión de que la resurrección no es el levantamiento de cuerpos muertos de la tumba, sino el levantamiento de la naturaleza espiritual interna del hombre hacia la luz y la vida, y esto es lo que en las Enseñanzas Rosacruces estamos tratando de comprender: la conciencia del Cristo en nosotros. 

Tenemos una mejor comprensión de lo que San Pablo quiso decir cuando escribió: "Cristo en vosotros la esperanza de gloria". Col. 1:27.

El hombre obtiene una forma de resurrección con la liberación del espíritu mediante el fenómeno de la muerte. Sin embargo, aspiramos a la resurrección por medio de la purificación y dominio de la naturaleza inferior. 

La primera es una resurrección accidental, lograda por la necesidad del yo superior de abandonar su cuerpo fisico, que ha llegado a ser inadecuado para un mayor crecimiento anímico. 

No es una victoria espiritual, sino una pausa que requiere repetidos renacimientos, hasta que sea logrado el propósito final de la purificación del vehículo inferior. 

La segunda es una resurrección intencional, resultado de la dirección y esfuerzo conscientes que conducen a una autoconciencia superior en el triple cuerpo. 

Es la separación consciente durante la vida terrestre del hombre divino con respecto al hombre animal, la elevación de la mente a partir del avasallante mundo material. 

Es la gradual desaparición de los deseos y apetitos inferiores, así como de otros atributos del mundo de los sentidos, mediante la disciplina y el reenfoque, sin la disolución de la armonía corporal. 

Cuando el alma se separa del cuerpo hay iluminación, pero cuando el cuerpo se separa del alma tenemos el fenómeno de la muerte, o sea el desechamiento de un cuerpo Inútil.

Por miles de años la humanidad ha dormido en la ignorancia. 

Debemos despertar a la comprensión de que siempre hemos sido el verdadero templo del Dios viviente, y de que nunca hemos sido otra cosa.

Con la aurora de esta Pascua, despertémonos, levantémonos y deshaguémonos de nuestras mortajas: levantémonos y desagüémonos de todo sentimiento de limitación en el cual la ignorancia de la verdad nos mantiene. 

Debemos tratar de hacer rodar esta piedra completamente, quitándola de nuestra conciencia, esta pesada carga de generaciones de pensamiento erróneo que ha separado la vida interna de la vida externa, y que no nos ha ayudado a liberar de la muerte, porque no hemos reconocido la verdadera vida.

Esto es lo que realmente significa la resurrección: la plena comprensión de la vida aquí y ahora, vida omnipresente, gloriosamente radiante, expresiva, expansiva, y en todos los lugares llena del poder de Dios.

Este es el mensaje de Pascua de la nueva era, que no es diferente del mensaje de la nueva era de hace dos mil años. 

Es todavía el mismo hoy como entonces, una repetición del milenario mensaje de que el hombre, por su propio libre albedrío, debe abandonar el reino hecho por el mismo para recobrar el reino de Dios. 

El hijo del hombre, para comprender su divinidad, debe revelar esa divinidad dentro de su propio cuerpo y a través de su diario vivir para alcanzar la Cristificación en el Reino de Dios" , ¿No sabéis que sois dioses?" I Cor. 3:16.

La meta final de todas las cosas creadas es la perfección. Cristo Jesús indicó esto cuando en Su Sermón de la Montaña dio instrucciones al pueblo: 

"Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos, es perfecto". 

San Mateo 5:48. 

El alcanzar la perfección por medio del largo y tedioso sendero de la evolución, o por medio de la mucho más rápida vía de la Iniciación, depende enteramente del individuo. 

Nosotros hemos escogido trabajar consciente e inteligentemente con la Ley Cósmica. 

Escuchemos esa voz interna: la verdad está allí para nosotros, y allí encontraremos nuestra resurrección.

Salgamos con alegría, porque la Pascua simboliza el alba de un día feliz en que todos nosotros, y el Cristo también, seremos permanentemente liberados de los limitantes confines de la materialidad, y ascenderemos a los reinos celestes, para convertirnos en "pilares fuertes en la casa del Padre, de donde no saldremos más".

Apoc. 3:12. 

"Ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios". 

San Juan 20:17.

LA FRATERNIDAD ROSACRUZ

Departamento Esotérico

LECCIÓN MENSUAL DE FILOSOFÍA.

Marzo de 1988


En Amoroso Servicio

Fraternidad Rosacruz de Mexico