PARABOLA DE ESTUDIO

DEL MES SOLAR DE LEO



CENTRO DE ESTUDIOS DE LA

SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO


Parábola Bíblica para Leo

El festín de boda del Hijo del Rey

La constelación de Leo pertenece a la Triplicidad del Fuego. Luz, amor, autoridad y mando están entre sus notas clave.

El corazón rige el cuerpo-templo humano y es el centro del amor.

Con su creciente espiritualización, el corazón del discípulo aumenta su luminosidad hasta que, finalmente, camina en la luz como Cristo, que está en la luz.

Como consecuencia de esa irradiación, llama la atención y gana lealtad.

La Jerarquía de Leo está implantando este ideal en lo más profundo de la Humanidad al enfocar su poder de amor sobre la Tierra.

La parábola relativa a Leo es la llamada del Banquete de Boda del Hijo del Rey.

Había cierto rey que preparó una gran fiesta en honor de su hijo y envió a sus sirvientes para que invitasen a la misma a todo el que quisiese asistir.

Pero ninguno de todos aquellos a los que se dirigieron les hizo caso, y se dedicaron a sus asuntos.

El rey, entonces, envió a sus sirvientes a los caminos y senderos diciéndoles que trajeran a los impedidos, a los cojos y a los ciegos a participar en la fiesta.

Cuando estaban todos reunidos, observó que uno no llevaba el traje de bodas. El rey le dijo:

"Amigo, ¿Cómo vienes sin vestir el traje de boda?".

El hombre permaneció mudo.

Entonces el rey ordenó a sus sirvientes que arrojasen al ofensor a las tinieblas exteriores, diciendo:

"Muchos son los llamados y pocos los escogidos".

La fiesta de bodas es, por supuesto, la Iniciación.

No hay estación en la que los portales del cielo se abran más o en la que la luz brille con mayor fuerza que durante el tiempo en que las fuerzas de Leo están enfocadas sobre la Tierra.

El león, símbolo de Leo, representa el fuego cósmico en el interior del hombre.

Cuando ese fuego es elevado a la cabeza, éste órgano se convierte en el centro regenerador del cuerpo templo.

Esta es la significación más elevada del león rampante, que simboliza el más elevado aspecto de la Iniciación.

En la magnífica ceremonia de la logia masónica, el león, en pie, y con una garra extendida, era el que elevaba al héroe masónico Hiram Abif desde las tinieblas de la muerte hasta la gloria de la vida inmortal.

La Iniciación, tal y como existía antes de la venida de Cristo, era un proceso muy diferente de la actual.

La Iniciación antigua se denominaba el Sendero de los Misterios Iluminados y consistía en una solemne ceremonia que representaba importantes acontecimientos en la vida de los grandes maestros del mundo, desde su nacimiento hasta su resurrección.

Con la venida de Cristo, la Iniciación experimentó un cambio y ahora se denomina el Sendero de los Misterios Solares. La Iniciación cristiana aún representa importantes acontecimientos de la vida del Señor:

Nacimiento, bautismo, transfiguración, resurrección y ascensión. Pero ahora son experiencias realizables y vitales en el interior de la conciencia y el cuerpo del discípulo.

De ahí que ahora, bajo Cristo, sea mucho más difícil la Iniciación de lo que lo era antes de Su venida. Por eso San Pablo, uno de los máximos exponentes de los Misterios Cristianos, dio a sus discípulos una especie de mantram, aplicable a los de los tiempos modernos, cuando les dijo:

"Que Cristo se forme en vosotros".

Las diversas escuelas de metafísicos como el Nuevo Pensamiento, la Ciencia Cristiana y otras, que preconizan la manifestación del Cristo interno, son etapas preparatorias que conducen a la consecución suprema en la vida del hombre:

La Iniciación en los Misterios traídos a la tierra por Cristo.

Otra importante diferencia entre los Misterios precristianos y los enseñados por Cristo consiste en que en los tiempos antiguos cada ciudad tenía su propio templo de iniciaciones en el que se observaban los Misterios.

Durante la Edad de Oro de Grecia no se permitía ocupar un cargo público a ningún hombre que no fuera iniciado en los Misterios. Todos esos templos terrenos fueron clausurados y los verdaderos Templos de Misterios se hallan ahora situados en el plano etérico.

Por eso cada aspirante ha de tejer antes su propio "traje de boda" para poder entrar, puesto que en su cuerpo físico ya no le es posible hacerlo.

Los éteres están divididos en cuatro grados de densidad. Como se ha dicho antes, en tanto que el hombre pertenece a la tierra, es terrenal, y vive para comer, beber y ser feliz, su cuerpo etérico se compone principalmente de los dos éteres inferiores.

Cuando comienza a renunciar al sendero de la carne y a aspirar a las cosas del espíritu, atrae cada día mayor cantidad de los dos éteres superiores.

En nuestros días, el elevado y sagrado significado de la Iniciación se ha perdido para la mayoría. Consecuentemente, el reconocimiento del profundo significado espiritual de los antiguos Templos de Misterios, es muy pequeño o completamente nulo.

No se trataba de ceremonias al alcance de cualquiera, como irreflexivamente se cree. Eran accesibles sólo a los que se habían calificado debidamente para participar en ellos.

Esta es la verdad expresada en la parábola de la cena del rey. Sólo podían entrar en ella los ataviados con el "dorado vestido de boda". Este traje no puede ser proporcionado por nadie. Ha de tejérselo uno mismo.

Y eso sólo se puede hacer "viviendo la vida", mediante la sublimación de los bajos deseos en poderes del espíritu y a través de la prestación de servicios amorosos y desinteresados a todos los demás hombres y a todos los seres vivientes.

Esta es la verdad destacada por la cristiandad esotérica. Mientras que la ortodoxa pone todo el peso de la salvación del hombre sobre los hombros de Cristo, la cristiandad esotérica lo pone donde corresponde:

Sobre los hombros del propio hombre.

Mientras la Jerarquía de Leo está derramando sus fuerzas sobre la Tierra es cuando más fácil resulta para el aspirante dedicarse de nuevo a hollar el sendero en el que tejer el luminoso vestido que le ha de abrir a esas corrientes de luz y a esas radiaciones de amor.

Cuando ese traje esté terminado, será considerado digno de asistir al banquete del matrimonio místico y de ser contado entre los hijos del Rey.

Cuando a uno le es permitida esa asistencia, puede estar en Su presencia, viéndolo cara a cara y conociéndolo tal cual Él es.