LA CLARIVIDENCIA 

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LA CLARIVIDENCIA


La clarividencia, o la capacidad de ver en los mundos invisibles, es una facultad latente que será adquirida por todo ser humano en el curso de la evolución y dará la posibilidad de investigar todos los grandes temas, como el estado del Espíritu humano antes del nacimiento o después de la muerte, o la vida en los mundos invisibles.

Aunque esta facultad es inherente a todos los seres humanos, se requiere un esfuerzo para desarrollarla de manera positiva. 

Si fuera posible comprarlo, muchas personas ciertamente estarían dispuestas a pagar un alto precio por él, pero no se puede comprar y no hay formas fáciles de lograrlo. 

Hay dos tipos de clarividencia: una positiva o voluntaria, la otra negativa o involuntaria. Con el primero, el individuo es capaz de investigar y ver en los mundos invisibles con pleno autodominio y una conciencia adecuada de lo que está haciendo. 

Se desarrolla a través de una vida vivida en pureza y servicio, en la que se instruye al individuo a usarla en favor de la humanidad. 

El segundo se afirma independientemente de la voluntad de quienes tienen la oportunidad de ver, sin ejercer sin embargo ningún control sobre el fenómeno. 

Este último tipo de clarividencia deja al individuo indefenso ante la posibilidad de posesión por entidades desencarnadas, que pueden postergar su control sobre los poseídos incluso después de la muerte.

En el pasado, durante el Período lunar, en la última parte de la Época Lemuriana y en la primera parte de la Época Atlante, el hombre tuvo la visión de los mundos internos que se presentaban independientemente de su voluntad, mientras que los centros sensoriales del cuerpo del deseo se arremolinaban en sentido contrario a las agujas del reloj, siguiendo el movimiento de la Tierra, al igual que los centros sensoriales de los médiums.

Hoy en día, en la mayoría de las personas, tales centros no están activos.

Recuperar la clarividencia negativa de los médiums es bastante simple porque es como volver a esas funciones reflejas ya poseídas en el pasado, cuando los mundos internos se reflejaban en el hombre sin la concurrencia de su voluntad. 

Sin embargo, en los medios actuales este potencial se manifiesta o funciona de manera no continua.

En el clarividente voluntario, las corrientes del cuerpo del deseo se mueven en el sentido de las agujas del reloj, brillando con notable esplendor, superando en gran medida la luminosidad del cuerpo del deseo ordinario.  

Los centros sensoriales de tal cuerpo proporcionan al clarividente voluntario los medios de percepción del mundo del deseo, para que pueda ver e investigar a voluntad.

Otro punto a considerar en términos de clarividencia es la conexión entre el cuerpo vital y el denso, del que dependía la clarividencia involuntaria que poseía el hombre en la antigüedad. 

Desde entonces, el cuerpo vital se ha soldado fuertemente al cuerpo denso en la mayoría de las personas. 

Cada ser humano ha tenido que pasar por este período de estrecha conexión de los cuerpos y experimentar la limitación resultante de la conciencia.

Cuando la conexión entre el cuerpo vital y el cuerpo denso es lo suficientemente débil, el individuo es más sensible a las vibraciones espirituales. 

Si es de naturaleza positiva, desarrolla sus facultades espirituales con la voluntad; vive una vida espiritual y recibe la enseñanza necesaria para convertirse en un maestro clarividente de su facultad, libre de ejercerla como mejor le parezca; si es de temperamento negativo, probablemente se convertirá en presa de espíritus desencarnados, como en el caso de los médiums.

Es difícil, si no imposible, distinguir un medio de un clarividente voluntario: el único elemento está dado por la circunstancia de que ningún vidente desarrollado positivamente ejercerá jamás por dinero o por cualquier compensación equivalente, y mucho menos lo hará para satisfacer la curiosidad, pero solo por el bien de la humanidad. 

El peligro para la humanidad es comprensible si se utiliza el poder de la clarividencia voluntaria sin discernimiento, siendo capaz de leer los pensamientos más profundos y secretos de los demás. Por esta razón, aquellos que aspiran a adquirir la vista espiritual primero deben proporcionar evidencia de falta de egoísmo y de no usar estos poderes para intereses personales. 

La clarividencia voluntaria es el único medio seguro utilizado para investigar hechos ocultos y es el único que logra el objetivo. Por esta razón, el aspirante no puede seguir el deseo de gratificar una curiosidad, sino solo la aspiración desinteresada de ayudar a la humanidad. 

Mientras persistan los deseos egoístas, no se hará ningún progreso en el logro de la clarividencia positiva.

Algunos piensan que, habiéndose convertido en clarividente, el individuo puede tener acceso a todas las verdades y saber todo sobre los mundos superiores. 

Esto es un error. Si se necesita mucha aplicación para conocer las cosas que hay en el mundo físico y que manejamos todos los días, donde los objetos son densos, sólidos, y no cambian de repente, y mucho menos en el mundo del deseo, donde los elementos y situaciones cambian de las maneras más impredecibles. Es precisamente la extrema inestabilidad de esta dimensión la que causa confusión entre los clarividentes involuntarios y aquellos que, en cambio, da sus primeros pasos en este mundo bajo la guía de un Maestro.

Existen diferentes interpretaciones de los mundos superiores reportadas por los diversos visionarios y esto se explica si consideramos que cada uno tiene su propia forma particular de ver las cosas y describirlas de manera personal, de modo que la versión que deriva de ellas puede diferir de la de los demás, pero esto no pone en duda la validez del punto de vista individual.

Entre los diversos tipos de aclaración es correcto recordar que cada niño es clarividente, al menos durante el primer año de vida. 

Durante este período, conserva esta facultad dependiendo de su estado espiritual y del entorno que lo acoge, porque la mayoría de los niños comunican todo lo que ven a los padres que, en general, no creen o rechazan tales visiones, invitando a sus hijos a hacer lo mismo.

En conclusión, sólo a través de la clarividencia voluntaria puede el individuo investigar con precisión los mundos internos y progresar en el camino evolutivo; por otra parte, la clarividencia involuntaria no puede considerarse un medio fiable de investigación; además, conduce a la situación indeseable de estar sometido al control de fuentes externas, con la consiguiente regresión evolutiva.