EL SILENCIO SANADOR
El silencio sagrado, familiar a los corazones afligidos cuando se está en oración sincera, palpita con poder sanador. En ese momento podemos entrar con fe y acción de gracias en el lugar secreto del Altísimo, y elevar nuestros corazones en vibrante quietud por la sanidad y la ayuda que hay en Él en abundancia.
"Orad a vuestro Padre que está en lo secreto, y vuestro Padre que ve en lo secreto os recompensará públicamente."
A través de la quietud reverente nos sintonizamos con el conocimiento innegable de una Presencia Sanadora, y cualquiera que sea bendecido con el poder interior de una fe viva puede entrar solo para participar de un poderoso refrigerio.
La paz y el poder envuelven a tal adorador como una prenda de vestir resplandeciente.
Hay un abrazo compasivo para aquellos que buscan la misericordia del Padre.
Sus necesidades, encerradas en los lugares ocultos del corazón y de la mente, son recibidas por Él; transformados por la emoción de su amor, haciéndolos vigorizados y a veces incluso sanados.
El perdón está en esa Santa Presencia, calmando y elevando los corazones contritos.
La decisión de vivir rectamente; vencer a la luz de la sabiduría de Dios; para dejar a Cristo las cargas demasiado grandes para llevarlas, es recibido con alegría. Un resplandor nacido de la angustia y el dolor envuelve los corazones y los llena con la bienaventuranza de la unidad con Él.
Al volvernos a la quietud espiritual del lugar secreto del Altísimo, debemos aceptar sin temor la verdad de nuestras propias responsabilidades en las cosas que sufrimos.
En esta aceptación, y en la subsiguiente obediencia a las leyes de Dios, las mentes se aquietan, los corazones responden a la paz, las vidas se recrean y se completan.
Un mayor servicio en Su viña glorifica la vida.
Traducido de Rayos de la Rosa Cruz, marzo de 1962 por la Fraternidad Rosacruz de Mexico