UNA VIDA AFORTUNADA 

FRATERNIDAD ROSACRUZ DE MEXICO 

CENTRO DE ESTUDIOS DE LA SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO

UNA VIDA AFORTUNADA

Todos desean el éxito, pero el éxito se alcanza de manera diferente para cada uno. 

Ciertos valores estándar generales aceptados en diversos momentos van siendo modificados en la medida que evolucionamos. 

En la antigua Lemuria los más precoces eran instruidos acerca de la ciencia física, las artes y artesanías. 

Esta enseñanza floreció en nuestra civilización occidental. 

Previo a este tiempo, éramos espíritus libres inalterables por el tiempo y el espacio, pero cuando el Ego ingresó dentro del cuerpo y se transformó en su espíritu morador, fuimos aprisionados. 

A lo largo de la Época Atlante entera, y por gran parte de la Época Aria actual, tomaba meses el recorrer distancias comparativamente cortas sobre la superficie de la tierra. 

Ahora (1912) ya hemos conquistado prácticamente el espacio al dominar las fuerzas naturales, el telégrafo, por ejemplo, prácticamente aniquila el espacio y el tiempo.

En aquellas época antiguas había un estándar de éxito que difería de los valores actuales, y en el futuro habrá otros nuevos criterios. 

Mientras por un lado es verdad que nunca antes se había llevado la manufactura a una escala tan vasa como hoy, se admite también, en forma general, que las condiciones más ideales del Medioevo han sido sacrificadas, ya que en aquellas épocas el artesano tenía como meta el placer puro de la creación. 

Como el héroe de la “Extraña historia” de Bulwer, cuyo negocio era curar, para él los honorarios eran solo incidentes, no trabajaba por contrato solamente, sino que insuflaba en cada pieza de su trabajo, algo de su propia individualidad, de manera que llegaban a ser parte de sí mismo. 

Trabajaba durante muchas horas pero nunca protestaba pues el día pasaba volando con su canto feliz fusionado con el canto del martillo sobre el yunque o su silbido que ahogaba el silbido de la sierra o la del esmeril. 

El no reparaba en el tiempo que le tomaba realizar su tarea pues su única preocupación era que al finalizar estuviera bien realizado. 

Por lo tanto, los trabajos de un maestro en cualquier artesanía eran admirados con justicia por sus conciudadanos y eran objeto de emulación por parte de sus obreros y aprendices. 

Lograban un estándar de perfección tal, que aún hoy nos llena de admiración.

Hoy nos hemos alejado demasiado de ese criterio de logro chapado a la antigua que podríamos denominar “Eficiencia Creadora” y hemos establecido un nuevo valor, la “Eficiencia Acumulativa”. 

Hemos llegado a despreciar al hombre de trabajo e idolatramos al hombre que amasa un millón por día arrinconando la provisión de alimentos en el mundo. 

Y el hombre de trabajo enloqueció con la misma enfermedad, ya no le interesa su trabajo, lo considera como maldición. 

Trabaja por dinero y en contra del tiempo, y es tan miserable de este modo como el hombre cuyas riquezas cuelgan haciendo equilibrio sobre las fluctuaciones de la bolsa. 

Odia al rico, el rico lo odia a él y ambos miran con lástima o desprecio a los artistas idealistas e inventores que todavía trabajan largo por amor y sin tener en cuenta el dinero.

De esta manera salta a la vista que el emblema de éxito actual no resulta satisfactorio.

También está claro que no podemos volver atrás a retornar las antiguas condiciones de manera que la pregunta de preguntas que el mundo deberá resolver es: 

¿De qué manera podemos obtener logro permanente? 

Cuando hayamos encontrado un mejor criterio de logros, y en la medida que comencemos a vivirlo, habremos iniciado una nueva era. 

El Cristo estableció los lineamientos de grandeza para aquella nueva era cuando dijo que “Aquel que sea el más grande de entre vosotros, que sea el servidor de todos.” 

Y en aquella era los hombres competirán entre sí para servir, de la misma forma en que ahora lo hacen rivalizando para lograr mayor riqueza. 

Es por lo tanto, este motivo por el que este principio de Servicio fue tomado como fundamento para el ritual empleado por la Fraternidad Rosacruz, pues si aspiramos a ser pioneros de un orden de cosas superior debemos disponernos a practicar los principios más importantes, por lo menos en alguna medida.

Es un hecho bien conocido para nosotros, que en cualquier línea de esfuerzo debemos tener experiencia antes de poder ser útiles y resulta por lo tanto pertinente el preguntarnos 

¿Qué calificaciones necesitamos para poder servir a nuestro prójimo? 

En primer lugar comprendamos que no es preciso que nos vayamos a tierras lejanas para buscar a quiénes podemos servir entre extraños. 

Toda búsqueda será en vano hasta tanto hayamos cumplido con nuestro deber con aquel que más a mano tenemos. 

No perdamos nuestro tiempo añorando brillantes mundos lejanos para conquistar. 

Nuestro trabajo está donde nosotros estamos. Si podemos ayudar a mejorar al hombre, los hombres mejorarán las condiciones. Con este propósito consideremos las herramientas con las que debemos trabajar nuestro triple cuerpo.

Ciertos cuerpos, cuál herramientas, deben ser “afilados” mediante los cuidados que le brindemos. El cuerpo denso está constituido de substancia química y su nota clave es la inercia. 

El cuerpo etérico está construido de éter, y su nota clave es el Ritmo. 

El cuerpo de deseos está formado por substancia de deseos y su nota es la emoción. 

Para contrarrestar la inercia del cuerpo denso deberíamos buscar espiritualizarlo, para construirlo de material mejor y más liviano. 

En realidad, no es lo que va a la boca lo que entra a descomponerse sino el estado de la mente que exige alimentos groseros, es la que se encuentra en descomposición.

Para acentuar el ritmo del cuerpo vital debemos usar el principio de la repetición (orar sin cesar) 

Esta es la verdad que se oculta detrás de la afirmación del “nuevo pensamiento”. 

Luego, el cuerpo de deseos que es el almacén de la energía que mueve el mundo, cuando se descontrola se vuelve tremendo, destructivo más allá de toda medida en algunos casos. 

No debemos matar lo temperamental sino transmutarlo y dirigir su energía hacia esfuerzos valederos. 

Miramos al mundo a través de nuestra propia atmósfera, la que colorea todo lo que vemos. Si nuestro vecino se nos aparece como pequeño y mezquino veamos si no existe algo de mezquindad en nosotros, y sobre el principio del tridente del mal en nosotros puede haber sacado el correspondiente dentro de ellos.

Es este el secreto de nuestra fortuna o fracaso en la vida, “obtenemos lo que damos.”

El hombre que es pequeño y mezquino extrae el mismo extracto de los demás. Piensa de sí mismo que es víctima del abuso de los demás y que el mundo es mezquino siendo que es él quien está en falta. 

Por otro lado, el hombre de disposición soleada mira el mundo a través de su aura de sol y alegría, irradiando alegría y extrayéndola de cada persona que encuentra, volviéndose así un factor elevador para todos los mundos. 

El cuerpo de deseos puede ser limpiado y el temperamento brillante cultivado. 

No critiquéis ni busquéis faltas, no os preocupéis ni temáis. Contemos nuestras bendiciones con gratitud y así las aumentaremos. Nuestras vidas están en nuestras manos, podemos dirigirlas según nuestra voluntad. 

Pero la forma de comenzar es hacer el esfuerzo de no dejar pasar un día sin que hayamos hecho algo por alguien y al hacer así hallaremos que nuestras oportunidades de servir se ampliarán junto con nuestra capacidad, y nuestras vidas se transformarán en éxito. 

Es así que podemos decir que una vida afortunada es una vida de Servicio hacia todos y en la medida que vivamos fieles a estos valores nuestra vida será afortunada.

Max Heindel


En Amoroso Servicio

Centro de Estudios de la Sabiduria Occidental Mexico