PARABOLA DE ESTUDIO

MES SOLAR DE GEMINIS




CENTRO DE ESTUDIO DE LA

SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO

Parábola Bíblica para Géminis

El Hombre Rico y Lázaro

Se ha dicho que Géminis, los Gemelos, es el signo de los opuestos: Positivo y negativo, alto y bajo, blanco y negro.

Bajo la influencia de esta Jerarquía, la Humanidad conoce el sendero de la luz y el sendero de las sombras, como hicieron Lázaro y el hombre rico en la parábola bíblica.

El hombre rico tenía grandes posesiones terrenales, mientras que Lázaro era un mendigo que vivía en la miseria.

Ambos simbolizan los dos polos de la riqueza y la pobreza, el "tiene" y el "no tiene", una clasificación que ha sido la causa de innumerables guerras a lo largo de la historia.

El hombre opulento de la parábola vestía de rico lino y púrpura real.

Todos los días se dedicaba a divertirse y distraerse, mientras que Lázaro, en su extremada miseria, acudía cada día a mendigar las migajas de su mesa.

Idénticas situaciones existen en el mundo hoy en día.

Pero tales iniquidades no pueden durar, puesto que vivimos en un mundo regido por la ley moral.

El ajuste de cuentas, sin embargo, requiere mayor tiempo del que comprende una sola encarnación terrestre.

Esto es lo que enseña la parábola, que revela el modo de operar de la ley, tanto en los planos externos como en los internos.

Lázaro y el hombre rico murieron.

El primero fue transportado a los cielos mientras que el segundo se encontró en el purgatorio para sufrir por su ocio, su improductividad y la pérdida de tanto tiempo.

Esta justicia retributiva no es, sin embargo, de naturaleza vengativa.

El hombre cosecha lo que ha sembrado.

Aunque Lázaro vivió en la pobreza, las semillas que él sembró produjeron una rica cosecha en comparación con la producida por el que falló a la hora de hacer un uso correcto de sus riquezas y aprovechar la ocasión que se le dio, de prestar un servicio a alguien menos afortunado que él.

El modo de operar de la ley es simplemente correctivo.

Recogiendo la cosecha de su propia siembra el hombre adquiere comprensión y compasión y se da cuenta de que es uno con toda la humanidad.

La Parábola enseña también que la naturaleza de la experiencia del hombre tras la muerte está determinada por su vida sobre la tierra.

Cuando el hombre rico sintió sed, vio el estado de felicidad de Lázaro en el seno del Padre Abraham y suplicó a éste que permitiera a Lázaro darle un trago de agua para acallar su terrible necesidad.

A ello Abraham replicó:

"Entre nosotros y vosotros existe un gran abismo"

Esa barrera está formada por una vibración.

Si una persona del purgatorio pudiese elevar su conciencia al plano celeste, no continuaría confinado en el plano inferior del mundo astral.

La parábola muestra aún otra enseñanza.

El conjunto de las experiencias humanas está constituido principalmente por las emociones de placer y de dolor.

Fiona McLeod, una exquisita escritora británica, dice que, así como en el paraíso no hay lágrimas, hay en cierto jardín un gran estanque gris, cuyas aguas se renuevan constantemente con las lágrimas de dolor, sufrimiento y remordimiento vertidas en la tierra. Si uno, sin embargo, se arrodilla y baña sus ojos en esas aguas, quedará salvo.

Desde ese momento sus cantos serán tan dulces que se oirán en el Paraíso.

Aceptado con conocimiento, el dolor construye un peldaño en la escalera del logro.

Porque el dolor hace la compasión más profunda y la simpatía más amplia e incrementa la humildad y la belleza del propio carácter, que son las características de todo el que se halla en el verdadero sendero del Discipulado.

En Amoroso Servicio

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