COOPERACION Y REALIZACION
FRATERNIDAD ROSACRUZ DE MEXICO
CENTRO DE ESTUDIOS DE LA SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO
CENTRO DE ESTUDIOS DE LA SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO
LECCION MENSUAL DE FILOSOFIA
NOVIEMBRE DE 1984
COOPERACIÓN Y REALIZACIÓN
LA FRATERNIDAD ROSACRUZ
Departamento Esotérico
Cuando obedecemos los Diez Mandamientos, observamos la Ley.
Este acatamiento es negativo. y pasivo.
Se nos exige de refrenarnos de cometer ciertos actos, y si así lo hacemos, cumplimos con lo que se nos pide.
Tal conducta era suficiente para ser considerada loable bajo la Dispensación del Antiguo Testamento.
Sin embargo, la Dispensación del Nuevo Testamento requiere-algo más.
El mandamiento de Cristo nos prescribe "Amar a tu prójimo como a ti mismo".
Este mandamiento exige una reacción positiva y activa de parte de nosotros.
Ya no es suficiente simplemente refrenarnos de ofender a nuestro prójimo.
Ahora debemos dar a 'él—en simpatía, bondad, tolerancia, compasión y amor—todo lo que podamos desde nuestro interior.
Si obedecemos el Mandamiento de Cristo, cumplirnos con la Ley.
Existe, entonces, un mundo de diferencia entre observar y cumplir la ley—una diferencia a la cual la humanidad podría provechosamente poner atención ahora que la temporada de Navidad está cercana, Jehová, el Dios del temor, exigía obediencia ciega.
Si un hombre podía mantenerse controlado suficientemente como para refrenarse de hacer lo que se le había ordenado que no hiciera, había agradado al Dios y era recompensado.
Cristo, el Dios del Amor, nos anima a canalizar la conducta creadora motivada por el amor. Lejos de exigir obediencia ciega, El anhela 'que desarrollemos el Cristo dentro de nosotros mismos, para que espontánea y automáticamente seamos capaces de dar la respuesta benéfica—no simplemente la legalmente conecta—en todas las situaciones.
En esta forma agradamos a Cristo, y nuestra recompensa consiste en nuestro perpetuo crecimiento hacia su estatura espiritual.
Así pues desde el punto de vista espiritual, una vida observante de la ley ya no es necesaria.
La humanidad, al cumplir la ley tratando compasivamente a todos debe aprender a elevarse enteramente por encima de la ley y convertirse, cada ser humano individualmente, en una ley en sí mismo.
Cristo vino a la Tierra para que pudiésemos seguirle.
El nos dio el ímpetu, mediante Su propia sublime substancia espiritual, para fortalecernos y desarrollarnos nosotros mismos hacia las direcciones determinadas de las cuales El fue el Ejemplo.
"Vende lo que tienes, y ven, sígueme", dijo al joven rico, quien ya sobresalía en obedecer los Diez Mandamientos, pero parecía ignorar que era necesario un ulterior paso hacia el progreso espiritual.
Lamentablemente el joven rico fue incapaz de dar ese paso adicional.
Ahora, -2.000 años después, muchos integrantes de la oleada de vida humana todavía son incapaces de dar ese paso adicional—el paso del "servicio amoroso y desinteresado".
En verdad, muchos egos de la oleada de vida humana todavía están encontrando difícil obedecer los Diez Mandamientos, esto es, observar la ley.
Ni siquiera hoy están preparados para esforzarse por cumplir la ley.
Muchos de los que se consideran cristianos miran la promesa del Señor de que “las obras que yo hago,también vosotros las haréis; y mayores que éstas haréis", como un ideal que podemos, tal vez esperar, pero que prácticamente hablando, está más allá de la capacidad humana.
En otras palabras, desestiman su promesa.
Bien podría El de nuevo lamentarse, diciendo: "¡Oh, vosotros, de poca fe!"
Muchos, que se consideran cristianos repudiarían la idea de que somos Cristos en formación, haciendo esto sinónimo de blasfemia y comprendiendo poco que, al hacerlo así, están negando esa misma chispa de divinidad que es el Dios en el hombre.
Muchos, que se consideran cristianos se consuelan con la declaración de Cristo de que "Vosotros sois mis amigos", si bien fallando en considerar que—siempre, pero particularmente en este contexto—la amistad es una calle de dos vías.
La amistad implica cooperación.
Cristo liberalmente coopera con nosotros, dándose a sí mismo hasta lo último para que podamos desarrollar nuestro divino potencial.
Nosotros, en cambio, debemos cooperar con El usando su largueza espiritual y nuestros propios poderes espirituales, débiles, pero gradualmente germinantes, para mostrar nuestro amor por nuestros semejantes.
Bajo Jehová, la relación entre Dios y el hombre era la de Amo y sirviente, y los sirvientes verdaderamente no sabían para qué existía el Amo.
Bajo Cristo la relación es la de amistad, y aquellos que pueden aceptar las Enseñanzas esotéricas saben verdaderamente todo lo que se refiere a su Amigo.
La Ley del Antiguo testamento fue designada para ayudar al hombre a bregar con sus limitaciones egoístas en medio de las tentaciones del mundo material.
Con el Dios del Temor "entronizado en los cielos" y el mundo material desenfrenado a su alrededor, el hombre del Antiguo Testamento necesitó pautas firmes de conducta, que aunque no las hubiera comprendido, le dieron algo de que agarrarse en aquella era inestable de penalidad, terror e inseguridad.
Por contraste, el mundo material no tiene que ser necesariamente desenfrenado con relación al hombre del Nuevo Testamento, a menos de que él así lo permita, "Yo he vencido al mundo", dijo el Dios del Amor, Quien no está "entronizado en el cielo", sino que retorna anualmente a Su pueblo, encarcelándose a-Si...Mismo en la Tierra y dando del todo literalmente Su vida por ellos.
Al cumplir la Ley, como a Él le gustaría que hiciésemos, nosotros también podemos conquistar el mundo y estar, en el pleno sentido de las palabras de San Pablo, "en el mundo, pero no ser de él."
El Dios de la Raza, Jehová, puede hacer cumplir la Ley mediante el uso del castigo. Probablemente era y todavía es algunas veces cierto que Sus súbditos obedecen, no porque deseen hacerlo, sino porque desean todavía menos el castigo que es seguro que sigue a la desobediencia.
El Dios Universal Cristo, sin embargo, puede únicamente exhortar y animar a Sus seguidores.
No puede usar la fuerza.
A un hombre que esté desarrollando potencial divino, le debe ser permitido retener el libre albedrío; de otro modo se volvería-poco menos que un autómata.
Por lo tanto, cooperación, más que obligación, es la palabra-clave para la obediencia al Mandamiento de Cristo.
Todo aquel que, durante esta santa temporada, se regocije en el hecho del renacimiento de Cristo en la Tierra, y celebre Su venida con cántico y fiesta, debe desear activamente cooperar con El y demostrar evidencia práctica de esa. cooperación, antes de que tal individuo pueda legítimamente considerarse un seguidor de Cristo.
Una vez que haga este esfuerzo las: Potestades Celestiales están tras de él.
Cristo no puede obligarnos a seguirle, pero cuando lo hacemos así espontáneamente, El y las Potestades Superiores que trabajan con El remueven todo obstáculo para ayudarnos.
"Si Dios está con nosotros, ¿quién puede estar en contra nuestra?"
Además de Su anual retorno a la Tierra, Cristo continúa suministrándonos la fuerza más pura de la cual echar mano—fuerza que la humanidad demasiado a, menudo continúa manchando con maldad, pasión y malos, pensamientos.
Podernos esperar que este ciclo continúe por muchos siglos más, antes de que la humanidad entera finalmente cese de abusar de la esencia Crística espiritual, sin la cual la humanidad ciertamente se perdería.
¿No es tiempo ya de que la humanidad despierte a su responsabilidad de ser seguidora auténtica y activa de Cristo, y cese de destruir las bendiciones que El tan liberalmente nos da?
La práctica del Cristianismo es una ocupación de tiempo completo que debe llenar todos nuestros momentos de vigilia y. sueño.
Esto obviamente implica algo más que un fingido apoyo a los principios cristianos y la asistencia a los servicios eclesiásticos.
Nuestros considerables—en verdad terribles—poderes de pensamiento y. de imaginación, nuestras emociones, nuestros deseos, nuestras palabras, y muy evidentemente nuestras acciones, todos deben, y algún día serán, dedicados exclusivamente a la tarea de desarrollar el Cristo interior mediante el proceso de cumplir la Ley.
El amor, el inegoísmo y el servicio deben ser siempre muy enfatizados como los escalones en realidad la única ruta de acceso a la perfección humana en la presenten era evolucionaria.
Si no hubiese la intención de convertir el Divino Ideal en una Realidad viviente en. todo hombre, ¿por qué un Ser tan sublime como el Cristo habría de sacrificare tanto, y comprometerse con el destino y el desarrollo humanos?
Cristo es el gran Mediador entre Dios y el Hombre.
Él es el Camino hacia Dios, el Camino que toda la humanidad algún día seguirá.
Él es la Verdad bajo la cual la Ciencia y la Religión, junto con el Arte, deben mezclarse y se mezclarán para formar una unidad.
Él es la Vida que ha evolucionado y que continuará evolucionando, hacia la divinidad. Debemos aprender, no sólo durante períodos de meditación sino también en todo. otro tiempo, a considerarnos como parte de esa Vida,
Poder y Luz que es Dios, de lo cual toda forma no es sino manifestación externa.
Durante esta temporada de Navidad extraigamos fe renovada, esperanza, valor y fortaleza, del hecho de Sú Presencia, y redifiquémonos a ser Sus seguidores.
Determinemos conscientemente a cooperar con El, y permitamos que esta cooperación llene de tal manera nuestros pensamientos y nuestro tiempo, que los impulsos indignos de nuestras naturalezas inferiores pasen desapercibidos.
Desde el fondo mismo de nuestros seres ofrezcámosle nuestro amor, confianza y amistad no como abstracciones, sino como ideales que concretamente reforzaremos durante el nuevo año por medio de nuestro pensamiento y conducta.
Determinemos, por Su Causa, hacer todo lo que podamos para cumplir la Ley y desarrollar nuestro potencial.
En esta forma le daremos a Él el más significativo de todos los regalos de Navidad, y no solamente a Él, sino a nuestros semejantes y a nosotros mismos.
En Amoroso Servicio
Centro de Estudios de la Sabiduria Occidental Mexico.