LA NOTA CLAVE 

DE LA 

CRISTIANDAD

FRATERNIDAD ROSACRUZ DE MEXICO



CENTRO DE ESTUDIOS DE LA SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO

LA NOTA CLAVE DE LA CRISTIANDAD

Cuando el Cristo se enfrentó con Pilatos éste le hizo una pregunta, la cual se ha estado formulando a través de  todos los tiempos hasta hoy, por todos  aquellos  que buscan el conocimiento superior sobre los misterios cósmicos, a saber : “¿Qué es la verdad?”.    

La Biblia responde a esta pregunta, diciendo:  “Vuestra Palabra, es la Verdad”. 

Y cuando volvemos nuestra atención hacia ese maravillosamente místico capítulo del Evangelio de San Juan, leemos que: ”En el principio fue el Verbo y el Verbo, era con Dios y  el Verbo, era Dios y sin El, nada  pudo ser hecho de todo lo que hay hecho, pues en El estaba la Vida”.  

Todo ese aserto de la Biblia, nos ofrece un material maravilloso para meditar y profundizar con toda nuestra atención, pues estos sinónimos y ocultos significados nos pueden acercar mucho a la Verdad, la Vida y Dios.

Quién se halla, detrás de TODO?     

Un gran impedimento u obstáculo para los buscadores de la Verdad es que ellos tratan de encontrar algo que los inspire, que les de, de una vez y por todas, una fe completa en sí misma y sin posible variación ni cambio y por eso, fracasan en su objetivo por no darse cuenta de que la Verdad es el Verbo de Dios, el Fiat Creador del cual emanó la primera sílaba, al comienzo de la Evolución. Fue esta  primera sílaba y cada palabra emanada de ese Fiat Creador que ha estado sonando desde entonces, para ayudar a toda forma de progreso. 

Constituyen como las palabras sueltas de cada sentencia lentamente desenvueltas y valoradas en sí mismas, para comprender debidamente al que habla. Suena todavía y seguirá sonando cada nota-clave, para animar toda formación y desarrollo hacia una mayor perfección y sin que haya sonado todavía todo el Verbo completo, la última sentencia y la Verdad, revelada en todos sus aspectos, hasta que nuestra propia carrera en el pleno desarrollo espiritual se complete y nos conceda todo el adecuado poder espiritual para comprender la Verdad, en todo lo que abarca y reúne o comprende.

Vemos de este modo, que la Gran Palabra Creadora de la Vida y la Verdad sigue retumbando hoy en todo el Universo igual que en el principio, manteniendo y sosteniendo todo lo que es y revelándonos en una gran medida nuevos aspectos de la Verdad, en la proporción que seamos capaces de comprenderla; que es nuestra dicha esforzarnos en vislumbrar y comprender esa Verdad al máximo de nuestra habilidad, con el supremo objeto de “VIVIRLA” y amoldarnos al Plan Divino. 

Debemos mantener nuestra mente en un estado de flexibilidad y adaptabilidad de tal manera que, mayores y más nobles visiones de la Verdad se nos revelen y se nos hagan más accesibles, a nuestros ojos espirituales. 

De este modo nos hallaremos preparados para asumir el nuevo modo de vida y dejar el viejo atrás, de una forma parecida a como del Nautilus habla el poeta Oliver Wendell Holmes, el cual construía su pequeña cámara primero, luego otra mayor y luego, otra y otra, hasta que finalmente abandona su concha, para construer otras nuevas y seguir avanzando. ¡Que sea ese nuestro diario bregar, como lo trazó el poeta!:

       “¡Alma mía haz durables tus mansiones,

pues ruedan las veloces estaciones!

        Abandona tus criptas ya surcadas

        Que cada templo nuevo, sea mejor que el longevo;

abarca la extensión del infinito,

hasta que puedas liberarte un día,

arrojando tu concha subterránea

por el mar movedizo de la vida”.  

 En la persecución de esta divina política para ajustarnos cada vez más a la persecución de la gran Verdad, se le proporcionaron a la humanidad diferentes religiones, cada cual en distintas épocas y cada una de las cuales, especialmente adaptada a los pueblos que la recibían para su Adelanto. 

A los chinos se les dio el Confucionismo, a los indios se les enseñó primero la doctrina de la Trinidad en la Unidad: Brahma, Vishnu y Siva, como el Creador, el Preservador y el Destructor. Estos eran aspectos de la Deidad Trinitaria del TODO Y UNO y son análogos a nuestro Padre, Hijo y Espíritu Santo. Llegó entonces el Budismo, al que se le llamó una religión sin su Dios, porque enfatiza básicamente el hecho de que el hombre, es el responsable de todas sus acciones.  

Como el hinduismo afirma la existencia del poder  divino  sobre  el hombre, así el budismo confirma la divinidad del hombre en  sí mismo  y encontramos también  que  Moisés,  el  líder  divino  que  condujo  a  un pueblo de parecidas condiciones, enfatiza principalmente esto en el así llamado “Canto de Moisés”,  donde  les  llama  su  atención  diciéndoles cómo  habían  sido  conducidos  por  los  poderes  divinos  previamente, pero desde ahora se les concederá elección y prerrogativas de tal forma que se elaboren ellos mismos, sus propios  destinos.  

Pero  también  les recalca el hecho de que,  de  allí  en  adelante  serían  responsables  de todos sus actos bajo las leyes dadas por su divino, pero  ahora  Invisible gobernante.  

Gradualmente  se  van  desarrollando  otras  religiones  en Egipto, Persia, Grecia y Roma. 

También a los países  escandinavos  del norte se les da su sistema religioso, ocultando o nublando en  una  gran medida la última  y  más  sublime  de  todas  las  religiones,  la  Religión Occidental: el Cristianismo.

Hemos estado celebrando el final del drama anual Cósmico; siendo el comienzo el nacimiento místico de la Navidad y la muerte mística en la Pascua,  que  hoy  termina.  

Y  justamente   antes   del  acto  final  de  la crucifixión como se narra en el Evangelio, vemos al Cristo compartiendo con Sus discípulos la Ultima Cena. 

Se afirma que entonces tomó el Pan, lo  partió  y  lo  dio  como  alimento,  diciéndoles:  

“Este  es  mi  Cuerpo”. 

También  tomó  el  vino  y  todos  ellos tomaron de esa Sangre Sagrada. 

Entonces pronunció el Mandamiento  que  hemos  venido  repitiendo  un poco mecánicamente, que dice: 

“Hagan esto en Mi Memoria,  hasta  que vuelva”. 

Como consecuencia de este precepto vemos  que,  a  través  de los siglos, todas las Comunidades Cristianas han venido celebrando cada Domingo la muerte del Señor  “hasta  que  vuelva”  y  celebrando  el  rito místico, en recuerdo de El. 

Supongamos por un momento que un extraño no familiarizado con la religión Cristiana y sus  costumbres,  llegara  a  la tierra y visitara iglesia  tras  iglesia  encontrando  en  todas  partes  estas devotas comunidades reunidas ante una mesa en alegre recuerdo de su Señor y que todo esto le fuera explicado al  forastero,  ¿Cómo  podría  él compaginar   todos   estos   actos   de   sagrados   recuerdos  y  devotas celebraciones   de   cada  Domingo,  con  las  acciones  de  las  mismas comunidades durante los seis días restantes de la semana, cuando “las manos de cada hombre, parecen accionar  contra  las  manos  de  cada otro”, en directa contravención con el Mandamiento dado por el Señor, al cual creemos que reverenciamos los Domingos?” El dijo también -y   en  este Mandamiento  se  encierra todo  el  significado  o  nota-clave  de  la Cristiandad-: 

“Amarás al Señor Vuestro Dios, 

con todo vuestro corazón y 

toda vuestra mente y 

a vuestro vecino, como a vosotros  mismos”. 

 Es fácil sentarse a la Mesa del Señor los Domingos para comer y  beber con El, pero ¡ay! ¡ay!, qué difícil es cargar Su Cruz los lunes y todos los días restantes, negarnos a nosotros mismos para  ayudar  y  servir  a otros y merecer  así, la  amonestación  del  poeta:  

“La  inhumanidad  del hombre para con el hombre, 

produce incontables millares de lamentos  y aflicciones”.

La interrogante: “¿Qué es el  Amor?”,  parece  una  cuestión  muy difícil  de  resolver.  

Ese  maravilloso  capítulo  13  de  la  Primera  a  los Corintios nos puede dar una idea, no  obstante,  pero  sólo  en  abstracto, pero necesitamos  algo  más  práctico  y  concreto  sobre  lo  cual  poder trabajar y accionar,  prácticamente  en  nuestras  vidas.  

Tomemos,  pues, una ilustración en el amor de padres a hijos, de hermanos  a  hermanos, de familiares a familiares. 

En el hogar los hijos representan los brotes del tronco de los padres y por ello, en la más directa relación de la sangre y lo mismo, entre hermanos y hermanos. 

En el círculo familiar encontramos excelentes ejemplos a seguir en nuestra conducta, para con el  resto  de la humanidad. 

Uno de los hechos más patentes es que, aunque a veces  los hermanos pueden pelear unos  con  otros  y  hasta  malquistarse,  no obstante, siempre quedan consideraciones de sangre que  no  se  pasan por  alto.  

Veremos  que,  si  algunos  de  esos  hermanos,  con  quienes podamos  discordar,  cuando  es  un  extraño  quien  atenta  contra  ellos enseguida salimos en su defensa, sin pensar ni medir el derecho que les puede asistir para tomar tal decisión. 

Cuando  uno  “de  los  nuestros  es atacado”, olvidamos al instante nuestras diferencias personales y vamos en su defensa con aquel cariño y coraje, que  muestra  cualquier  animal madre para defender  a  su  prole  en  peligro.  

Prácticamente  todas  las familias responden de ese  modo,  consciente  o  inconscientemente.  

Si “uno de los nuestros” comete cualquier acto denigrante, sus padres, hijos, hermanos o hermanas y hasta primos, no corren a proclamarlo por todo el vecindario ni se deleitan ante el daño o infortunio de sus allegados; por el contrario, buscan la manera de silenciarlo todo lo posible para que no llegue a otros oídos y si alguien se entera, siempre buscan excusas para defenderlo o justificarlo, pues sienten una perfecta unidad con él.

Pero también nosotros en el mayor seno familiar a escala nacional y  mundial, muy  a  menudo  obstruimos, asfixiamos a los  hijos precoces de nuestra patria y muchas veces  del  mundo  entero,  bajo  el peso de las necesidades económicas y verse obligados a laborar  desde casi niños para buscar su sustento propio y a  veces,  de  sus  hermanos menores. 

De este modo, los abandonamos a su suerte en su  educación y formación. 

¡Oh! ¡Cómo deberíamos comprender nuestras obligaciones nacionales   en   primer   lugar   y   a   un   nivel   mundial   en   segundo, nuestras  responsabilidades de  ese  sentido  más  amplio  y  coadyuvar,  prestar toda  nuestra desinteresada  cooperación  con  el  mayor  interés  para    encontrarle  solución  a  ese  gran  problema,   de  una   vez  para siempre,  estableciéndolo  en todo el mundo y  en  la  conciencia  de  cada  cual,  porque estos hechos afectan  muy deberás a  toda  la  humanidad, impiden o detienen su  mayor   evolución,  la  paz  y  felicidad  de  todos!. 

Tratar de formar ese   estado de conciencia, formar grupos, asociaciones que  eduquen  para lograr esos fines, de  promover  oportunidades  para todos,  para  que  sus  pequeñitos  hermanas  y  hermanos  con  talento, encuentren las ventajas que necesitan para su desarrollo y uso. 

También fomentar  un  plan  a  escala  mundial  de  reforma  y  educación  de  los delincuentes, desalmados y hasta criminales, pues son enfermos  todos, pero hermanos a la vez.

Pero el amor  no  consiste  en  dar  por  discriminado  que  sea.  

Toma también en consideración los motivos que deben estar  detrás  de  todas las dádivas. 

Hay personas que gustan de alimentar  a algún mendigo por la puerta de atrás de su casa, porque su conciencia no  puede   soportar el ver a un ser humano padeciendo de hambre. 

Pero  eso,  no  es  amor.  

 Sin duda que a veces supone un amor más grande el de no dar alimentos ni cosa o dinero y  proporcionar, la  oportunidad  de  reformarse,  de  dar trabajo y verdaderas  orientaciones,  “para  que  se  ayude  a sí  mismo”, aunque signifique un sufrimiento para nosotros el  hacerlo  así  ante  sus inmediatas necesidades. 

Si rehusamos hacerlo con el propósito  de  que trabaje y se haga un miembro útil de la sociedad, lo estaremos ayudando de una vez y para siempre.

La indulgencia de los malos hábitos indiscriminada, puede conducir sin la menor duda a las peores  consecuencias  y  debemos  esforzarnos  al máximo en hacer todo lo contrario,  aunque con  ello  suframos  al  tener que llevar la contraria a sus indeseables vicios como  darle  dinero  a  un adicto a la bebida, que dice “tomar para olvidar su  desgracia”.  

El  punto es que, aunque nuestras acciones puedan parecerles  duras  mirándolas superficialmente, no lo son cuando están dictadas por la nota-clave de la Cristiandad: el Amor. 

Es bueno decir al respecto, que  muchos  que  han “roto con las religiones” están practicando esta política y modo de  obrar, dándose así mismos como la predicó  Cristo. 

Y  es  por  la  falta  de  ese Amor,  de   ese   sacrificio   por   sus   semejantes,   que   las  religiones languidecen y muchos  se  han  apartado  de  ellas  buscando  por  otros caminos. 

Es en ese hecho, que se comete un gran error. 

Tal conducta es análoga a la de la tripulación que abandona el barco cuando le entra agua y empieza a naufragar, en lugar de unirse como un solo hombre con todos sus esfuerzos   para   rescatar  el  buque,  tapando  todos  sus  salideros salvando al  barco y con él a todos sus tripulantes. 

Es muy bueno buscar La Luz spiritual, pero nunca debe faltar el  firme  propósito   de  emplearla correctamente.

¿Nunca se ha hallado usted en alguna toma de pasaje o apeadero de trenes esperando uno en una noche oscura? 

¿Notó que al acercarse uno el  intenso  resplandor  de  sus  focos  lo  cegaban  al  proyectarse  hacia adelante y alcanzar una gran distancia sobre los rieles? 

¿Cómo al pasar rápidamente   aquél   que  no  paraba  allí  lo  envolvió  en  una  inmensa oscuridad que  lo  dejó  completamente ciego? 

La  Luz  que  brilló  unos momentos tan potentemente no tocaba el suelo y por eso la oscuridad se hacía más tétrica. 

Hay muchas personas  que  buscan  la  luz  mística  y alcanzan a veces una gran iluminación, pero, como la locomotora de que hablamos, la enfocan solamente sobre la vía  por  la  que  ellos  transitan. 

Se cuidan bien de que ningún rayo se aparte de su propio  camino  para que solamente ellos la vean y disfruten y les sirva. 

Ellos sólo trabajan  con un propósito que  se  llama:  “adquirir  conocimientos  espirituales”  “para ellos mismos” y tan concentrados se hallan sobre ese objetivo que nunca sospechan siquiera las insondables tinieblas  en  que  se  puedan  halla todos los demás a su alrededor y en todo el mundo.

Pero Cristo nos exhorta a que permitamos que “brille nuestra luz” para  ponerla como una ciudad iluminada sobre una montaña  y  que  todos  la puedan ver.  

Que nunca la ocultemos en el fondo  de  un  pozo  o  de  un barril, sino mantenerla bien levantada para que ilumine a todos  los  que nos rodean y más lejos aún, hasta donde alcancen sus rayos.

Sólo  en  la   medida  que  cumplamos  con  este  requerimiento,  nos podremos ver y sentir justificados al buscar la iluminación espiritual.

No debemos guardar un solo rayo  para  nuestro  beneficio  personal, sino esforzarnos día a día hasta volvernos  tan  puros  y  desinteresados para   nosotros  mismos,  que  sepamos  que  nada  de  eso  nos  puede estorbar el alcance de nuestros objetivos  y  los  fines  que  perseguimos. 

Sólo de ese modo podremos un día aquella claridad tan intense que nos hace ver hacia abajo, hacia arriba, hacia todos lados y  el  infinito  donde  TODO ES LUZ  y no hay noche. 

Con  ello  alcanzaremos  la  iluminación  para nosotros, para los demás y para todos.  

¡Que podamos  brillar   con aquella Luz del Cristo que El quería -y quiere-  que  irradiemos! 

Sólo  de este modo tendremos siempre mucho que dar, en  LUZ  y  AMOR,  como hace el Cristo con toda la Humanidad.

Muchos,   sin  duda,  son  los  llamados,  pero  pocos  los  escogidos. 

Tomemos esta promesa -y premisa- con todo nuestro corazón. 

Hagamos ahora y siempre, en ser los mejores imitadores de Cristo. 

Que pongamos todos los mayores esfuerzos, día a día, para lograr ese gran fin: 

Hacernos dignos de llegar a  ser  los  escogidos;  escogidos  para  sus  trabajos de SERVICIO Y AMOR. 

En Amoroso Servicio

El Centro de Estudios de la Sabiduría Occidental México