LA EVOLUCION
La evolución o transformación de todo, es un hecho reconocido hoy por la ciencia oficial.
Los ocultistas conocen esta ley desde remotas edades.
La ciencia oculta es verdaderamente la única ciencia positiva, como puede comprobarlo cualquiera que se dedique a estudiar sus profundas doctrinas.
La ciencia oculta no es, ni tiene que ver con vulgar actividad de charlatanes sin conciencia que engañan al publico con supuestas facultades de “adivinos”.
La ciencia oculta es la ciencia de las ciencias.
Para el ocultista llega una época en que su conciencia abarca un radio de acción extraordinario, alcanzando a comprender el por qué y la razón de ser de las cosas que le rodean; él llega a poseer la llave secreta que todo lo encierra.
Los llamados misterios no son más que leyes desconocidas, pero que una vez conocidas dejan ser misterios para convertirse en realidades tangibles para el ocultista.
En la naturaleza todo es vibración, y lo relativamente estable se conserva por el ritmo. Ritmo y vibración son las dos potencias más asombrosas que existen por la acción omnipotente del Logos creador.
Desde el más pequeño de los átomos, hasta el más grande de los astros, existe, vive y se transforma por la acción de estas dos poderosas fuerzas.
La evolución que se observa en todo lo existente, obedece al poder de la esencia divina o espiritual que en todo radica por génesis.
(Por el poder creador activo que en todo actúa).
Esa potencia o energía radiante se manifiesta en diferentes planos o estados, según la intensidad de sus vibraciones.
En el mundo físico como cuerpos (formas), y luego en estados casa vez más sutiles, como potencias vitales, deseos, mente concreta, mente superior, conciencia, subconciencias, etc., etc.
Por lo anteriormente expuesto parece que los estados más finos, fueran producto de la materia; pero un ligero análisis nos probará lo contrario. Todo hombre más o menos consciente tiene que reconocer que lo superior en todos los casos es lo que domina, y no lo dominado.
El cuerpo físico del hombre es un compuesto de elementos químicos , como lo es cualquiera cuerpo viviente organizado; sin embargo, él es pasivo y no puede desarrollar actividad alguna si no es por la acción energética del deseo, así que, siendo el deseo un cuerpo más sutil, tiene imperio absoluto sobre el cuerpo denso, y por lo tanto, tenemos lógicamente que reconocer la superioridad que esta vibración sutil del deseo tiene sobre la forma densa (cuerpo físico); ahora, el deseo está regido o gobernado por la mente, pudiendo ella hacerse sensible y desarrollar un gran imperio sobre él, mucho más cuando el Yo Conciencia que utiliza la mente ha sabido establecer la diferencia que hay entre el deseo y el pensamiento organizado.
Por lo tanto, la mente organizada es superior al deseo, en la misma proporción en que éste manda y gobierna el cuerpo denso. Por encima del pensamiento concreto, hay lo que pudiéramos llamar la mente superior, que es el instrumento inmediato del Yo Conciencia en el mundo de las expresiones de su poder creador para hacerlos sensible por la palabra hablada o escrita.
Y por encima de esta mente superior se halla la conciencia actuante que es el producto organizado que la evolución del Yo Conciencia ha logrado actualizar en el curso de las edades.
La conciencia positiva del hombre se halla desarrollada en proporción directa con las experiencias que ese hombre como real ser ha logrado al través de la evolución.
La diferencia existente entre los hombres se debe al mayor o menor esfuerzo hecho por cada uno de ellos en la conquista de estados cada vez más elevados.
La Ley de causación define y pone en claro el porqué de las diferencias entre los hombres.
Un hombre de grandes capacidades o lo que pudiéramos llamar un super-hombre, no se debe al acaso, sino que él es el fruto del esfuerzo definido que ese hombre ha hecho para apresurar el desenvolvimiento de sus capacidades o facultades.
Las diferencias humanas no son el fruto de un capricho divino, que a pesar de la omnisciencia que por una parte le reconoce la humanidad, por otra parte, sin reflexión ninguna, acepta que ese se omnisciente y justo, crea a unos seres con capacidades y facultades extraordinarias, y en cambio a otros los haces ignorantes y deficientes en todas sus facultades de expresión.
¿Dónde está la lógica que muestre la equidad y la omnisciencia de ese Creador? Y es que las sociedades o corporaciones que tienen interés en cultivar la ignorancia de las masas, hacen toda clase de esfuerzos por mantener subyugada y desorientada en todo sentido.
La evolución que se observa en el alquímico laboratorio de la naturaleza abarca todos los planos de la misma. Y si esa evolución se hace sensible en el plano de la forma, en mayor proporción se desarrolla esa actividad en los cuerpos más sutiles, como el alma, la conciencia, etc., etc.
Conociendo esta ley de transformaciones, el estudiante de las leyes que rigen el destino y la evolución de la humanidad, debe trabajar consciente y activamente en el desarrollo de sus facultades en pro de sí mismo y de la humanidad en general.
Cada hombre es, y llega a ser lo que él se propone; en una sola existencia o vida sensible dentro de una forma, vemos que el hombre puede lograr grandes cosas según el esfuerzo que ponga en conseguirlas; y si esto es en una sola existencia, ¿Cómo será el fruto extraordinario de cada una de ellas debidamente aprovechada?
El hombre tiene dentro de sí las fuerzas necesarias que lo capacitan para colocarse día por día en estados más elevados, siempre que él haga el esfuerzo necesario para el desenvolvimiento de las facultades que lleva en latencia.
Lo qué un hombre ha hecho, todos los podemos hacer; las facultades que poseen los seres más desarrollados de la raza, duermen en cada uno de nosotros, y es necesario hacer el esfuerzo para que ellas salgan a la superficie y sirvan para el plan de rápida transformación y evolución a que está llamada la humanidad.
La voluntad es la facultad más poderosa de que el hombre puede disponer, para abrirse campo en la dirección que él quiera.
La voluntad no se logra ni por medio del dinero, ni por condición social, ni por ayuda externa de ninguna naturaleza; la voluntad es un don natural que el creador de todo ha puesto en cada uno de nosotros, y es necesario sacarla, educirla, activarla, utilizarla, emplearla, ejercitarla, para que ella se haga cada vez más poderosa.
La voluntad se reafirma por actos, y esos actos desenvuelven, modelan y vigorizan la energía poderosa de la voluntad.
Hay muchos sistemas que pueden servir como instrumentos para el desarrollo de tan preciosa facultad; pero indudablemente hay un medio sencillo y de rápidos resultados, siempre que nosotros empleemos nuestra voluntad para desarrollarla y desenvolver ese mismo poder.
Si un hombre quiere convertirse en atleta, tiene que empezar por ejercitar los músculos que naturalmente posee hasta el momento en que él va a empezar el ejercitamiento, y sobre ese estado comienza él a construir o a desarrollar los músculos para llevarlos a la realización de sus aspiraciones.
En las mismas circunstancias se encuentra el hombre que se propone desarrollar o desenvolver su voluntad; él ya tiene en su poder un estado o capacidad de voluntad, y sobre ese estado va a empezar su trabajo para lograr un rápido crecimiento de tan preciada facultad.
La capacidad que un hombre tiene a su disposición en un momento determinado, depende única y exclusivamente del poder de voluntad que él tiene acumulado para obrar en determinada dirección.
¿Y que es la voluntad?
La voluntad es el sumum de los esfuerzos mentales que el hombre ha venido haciendo en una dirección determinada. De ahí que, si disponemos de voluntad para obrar en una dirección, no disponemos de ese poder cuando necesitamos obrar en una dirección en la cual nosotros no habíamos creado, o encauzado nuestra mente.
Lo ideal es capacitarnos para obrar, ser exponentes de energía que nos sirva para trabajar en la dirección que nos place, o que necesitamos en cualquier circunstancia.
Siendo nuestras capacidades y nuestro poder para obrar, el exponente de nuestros esfuerzos mentales, es necesario que utilicemos nuestra mente, como que es el poder más activo para educir o desenvolver nuestra voluntad.
Muchas cosas buenas dejamos de llevar a la práctica por la falta de acción, y esto debido a nuestra indecisión, a nuestra pereza mental, a la falta de energía acumulada.
Hagamos, pues, uso de la voluntad que poseemos, de la mente y de la palabra para impregnar nuestra naturaleza de acción creadora, positiva, de energía que podamos utilizar y sacar a flote en el momento deseado, nuestros pensamientos y emociones se convierten en actos; fundamentados en esta ley psíquica, pensemos pronunciemos con emoción, entusiasmo y con energía la siguiente frase que ha de convertirse para nosotros como en la llave magna y secreta, como en el soporte mismo de nuestra voluntad en todos os momentos de nuestra existencia, y sobre todo en aquellos en que la incertidumbre, el temor y la pereza tratan de apoderarse de nosotros.
Digamos con énfasis, compenetrándonos de su sentido: “Yo soy, yo quiero, me trevo y hago”.
Que sea esta frase el eje central de todas nuestras actividades; que se ella la panacea que cure todas nuestras debilidades; que sea ella la llave misteriosa que haga surgir en nosotros las poderosas energías que llevamos ocultas y con las cuales podemos obrar siempre que las hagamos salir a la superficie. Digamos:
“Yo soy, yo quiero, me atrevo y hago” Que esta frase nos sirva en la lucha contra nuestras debilidades, en la falta de acción, y en fin, en todos aquellos estados en que las fuerzas pasivas y negativas de la naturaleza quieren apoderarse de nosotros.
Digamos: “Yo soy, yo quiero, me atrevo y hago”, hasta que todas las células de nuestra naturaleza queden saturadas de esa vibración.
Pronunciemos esta frase antes de acostarnos, al levantarnos, al medio día, al caer de la tarde y en fin, en aquellas horas en que se necesario hacerlo para sacar a flote nuestros poderes de acción; y en un período de tiempo relativamente corto nos habremos transformado en verdaderos dinamos de energía, y de capacidad para obrar.
Que el “Yo Soy, el Yo quiero, me atrevo y hago” sea el resorte poderoso que haga surgir en nosotros la omnipotencia de la voluntad.
En Amoroso Servicio
Centro de Estudios de la Sabiduria Occidental Mexico