LOS NUEVE MISTERIOS MENORES
del libro "Portales Estelares"
De Corine Heline
Los Misterios Menores, como anteriormente se dijo, estaban divididos en nueve pasos o grados, y recordaban el advenimiento de la Luz en el Este. Eran celebrados en la época del Equinoccio de Primavera y continuaban por nueve días.
El primer grado consistía en el fraternizar, y era celebrado en un día en el cual los lazos de la amistad eran probados tanto en los planos externos como internos.
Aquellos que no eran capaces de responder a la "clave del Templo" no eran calificados para ser promovidos en el siguiente Grado superior.
El siguiente Grado introducía a la procesión purificacional. Un corazón puro y unas manos limpias eran los requerimientos absolutos.
El uso de las aguas bautismales siempre ha sido un símbolo de la purificación. En los modernos rituales del bautismo es una infortunada verdad que el ministro carece del poder para ver la condición del candidato en los planos internos, y por ello el rito pierde mucho de su efectividad.
Ciertos candidatos Eleusinos requerían ser bañados siete veces en el río sagrado de Atenas, el Eliseo, aún el Cristo ordenó en ciertas circunstancia una ablución de siete veces en el Jordán" El significado es el mismo en ambos casos.
El tercer Grado se relacionaba con los Sacrificios y ofrecimientos expiatorios, y tenía que ver más con el secreto trabajo interno que con el exterior.
El cuarto Grado contenía la triunfante procesión que es parte tan importante de todo trabajo iniciático, y que es representada en los Misterios Cristianos por la celebración que antecede a la Pasión en el Domingo de Ramos.
En Eleusis, los celebrantes de este Grado llevaban en triunfo una réplica de la hoja mística que Perséfone dejara caer cuando fue raptada por Plutón.
Se llevaban semillas sagradas en cestos envueltos con púrpuras. este Grado también incluía trabajos análogos a las Estaciones de la Cruz de los Misterios Cristianos, según la procesión avanzaba a lo largo de la Vía Santa que conducía desde la ciudad a los escalones de Eleusis.
La "Estación" señalaba un grado especial de comprensión y cada devoto podía continuar a lo largo de la vía lo que su desenvolvimiento le permitiera. Sólo los más avanzados podían visitar todas las "Estaciones".
Esto era cierto también en las primitivas iglesias cuando la Pasión constituía el corazón de los Misterios Cristianos.
El quinto Grado era el de la bellísima procesión de antorchas cuando cada candidato encendía su antorcha con la de su "hermano" que le precedía. este grado conmemoraba la búsqueda de Perséfone, y junto al cuarto Grado incluía algunos de los más importantes trabajos que se relacionaban con el despertar de la semilla latente por los sacros fuegos de Aries.
El sexto Grado estaba dedicado al ceremonial de los fuegos de la vida nueva, representados como el joven Dios de Luz, hijo de Perséfone. Este Grado estaba lleno de profundo significado oculto.
El séptimo Grado estaba relacionado con el concurso del gimnasio, la música de la lira y las palabras de los poetas. Los vencedores eran coronados dentro del Templo.
"Tú eres el Templo del Dios viviente" era una expresión que encontraba noble significado en la belleza, gracia y simetría de la juventud griega.
Fue causa del entrenamiento físico que formaba parte del trabajo del Templo que los griegos alcanzaron una perfección corporal como ningún otro pueblo desde entonces ha obtenido.
Y fue, aún más, por cuanto el Templo jugara tan prominente papel en la vida de Grecia que una cultura nacional como aquella se obtuvo, la cual permanece inigualada en todo el mundo.
La Sabiduría de los Misterios que los griegos mostraron tan libremente, aunque ahora está en completa oscuridad, puede aún estar disponible y servir a aquellos que la reciben y practican haciendo de la Iniciación la piedra fundamental de su civilización. Cuando esto acontezca tendremos de nuevo una Edad de Oro comparable a la de la antigua Hélade, pero en un peldaño mayor de la espiral del logro.
El octavo Grado trataba sobre los ritos de Esculapio, y tenía que ver con los poderes esotéricos de la curación.
Aquél que cruzaba este Grado poseía el poder para "predicar el Evangelio, curar al enfermo y echar a los demonios".
Es muy significativo que Sócrates, en su lecho de muerte, realizara los Misterios de Esculapio para sus discípulos. En otras palabras, su trabajo final se completó introduciendo a aquellos de sus alumnos que estaban listos dentro de los Ritos del octavo Grado.
"Esto le debemos a las deidades de Eleusis", dijo Sócrates, "que ya no sigamos el salvajismo del hombre primitivo, y a ellos le
debemos la halagüeña esperanza que la Iniciación nos confiere por un momento de muerte y para toda la eternidad".
El noveno Grado estaba conectado con la magia de la trasmutación por medio de la cual las fuerzas de la oscuridad pueden ser utilizadas por los servidores de la luz. Dos grandes jarrones, uno de oro y el otro de plata, estaban llenos de ciertas "esencias divinas" producidas por el propio Discípulo - Iniciado.
Estos estaban colocados el uno al Este y el otro al Oeste, o en las direcciones del Ingreso y Salida , respectivamente, de los dos Equinoccios.
Una fórmula dada, de misteriosas oraciones, era pronunciada sobre aquellos. Entonces los vivos y los llamados "muertos" se reunían en asamblea en este rito augusto y final.
Durante los "Nueve Días Santos", cuando se celebraban los Misterios, todos los trabajos mundanos eran suspendidos. No se producían arrestos o se imponían penas de prisión.
Ni se permitían fiestas sociales. La ciudad entera de Atenas y sus alrededores estaban envueltos en una atmósfera de santidad y los ciudadanos tanto de alto como bajo rango se encaminaban a los escalones que conducían a la villa sacra.
El noveno grado se celebraba en la noche de Luna Llena de la Estación Equinoccial. El domingo de Pascua del mundo Cristiano es observado el domingo después de la Luna Llena que sigue al Equinoccio de Primavera.
Este es siempre un tiempo de profundo significado místico y está pleno de grandes poderes espirituales para el aspirante a la vida superior.
Los poderes de la polaridad (Sol y Luna), se manifiestan entonces en la naturaleza y al mismo tiempo el Aspirante está especialmente sujeto a su acción dentro de sí, como hemos mostrado con algún detalle en nuestra exposición sobre el Equinoccio de Primavera.
¿Dónde están hoy los correspondientes Misterios de la Sabiduría Occidental que enseñan los Rosacruces?
Los Misterios hoy no tienen equivalente externo, pues la Iglesia repudia la iniciación; y la Masonería, aunque retiene el vocabulario de los Misterios y algunos de los ritos antiguos, ha perdido la ciencia que daba sentido a dichas cosas. Ni la Masonería ni la Iglesia entonces, son representativas de los Misterios Rosacruces.
Ambas son solamente conchas vacías de sí mismas, y ambas están destinadas a ser dejadas a un lado según la vida se mueve hacia ciclos y formas más elevadas.
Pero en los planos internos, en lo que es llamado el Mundo Anímico, los grandes Templos de Misterios etéricos aún pueden ser encontrados.
El mayor de éstos es el Templo de la Nueva Jerusalén en el cual son celebrados los Grandes Misterios como se insinuara en estas páginas. Siete otros Templos, entre los que se encuentra el Templo de la Rosa Cruz, confieren las Nueve Iniciaciones Menores.
De dichos Nueve Misterios Menores, los primeros Siete son celebrados en las siete noches de la semana; la Octava Iniciación en las noches de las Lunas Nueva y Llenas; y la Novena Iniciación en las noches de los Solsticios de Verano e Invierno.
Como en los Misterios de Grecia Hermes Psicopompos era el Guía en los mundos espirituales, de igual modo los Señores de Mercurio trabajan en la moderna Escuela de Misterios con el aspirante individual preparándole para la Iniciación.
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Posteriormente en la Revista Rayos de la Rosacruz ENERO FEBRERO 2004 aparecio este escrito el cual complementa la primera parte del texto en cuestion.
LAS SIETE JOYAS Y LAS SIETE ETAPAS DE LA INICIACIÓN
Dondequiera que se menciona el nombre del hombre se anuncia la doctrina de la inmortalidad.
Hay dos cielos en el hombre; uno es Luna Cebrum, pero en el corazón del hombre se encuentra el verdadero cielo microcósmico. De hecho, el corazón del hombre es el verdadero cielo de un ser inmortal, del cual aún no ha llegado el alma, que el nuevo Olimpo y Jesucristo han elegido para su lugar de vida en el hombre. —Paracelso.
Estas Puertas —dice el Libro de los Preceptos Dorados— conducen al aspirante a través de las aguas hacia la otra orilla.
Cada Puerta tiene una llave dorada que abre su puerta; estas llaves son:
La clave de la Caridad y del Amor inmortal.
La clave de la armonía en palabra y obra, la clave que contrarresta la causa y el efecto y no deja más espacio para la acción kármica.
Dulce Paciencia, a quien nada puede ofender.
Indiferencia al placer, al dolor, ilusión vencida, sólo se percibe la Verdad.
La energía intrépida que lucha a su manera por sacar la Verdad trascendente del barro de las mentiras terrenales.
La Puerta Dorada que una vez abierta conduce a los reinos del Eterno y a su contemplación sin fin.
La clave que hace del hombre un dios, creando de él un Bodhisattva."
Desde el descubrimiento de las Escuelas iniciáticas en la antigua Lemuria, después de que el vínculo del intelecto fue concedido a los pioneros de la raza humana (las masas no recibieron el vínculo del intelecto hasta la Época Atlante), hubo dos grandes clases o divisiones en las Escuelas, correspondientes, después de una adaptación, digamos, a la escuela preparatoria y al colegio; o al colegio y a la educación superior.
Importa poco cómo denominemos estas Escuelas; pero siguiendo la costumbre griega, los esoteristas generalmente designan la escuela inferior como los Misterios Menores y la superior, como los Misterios Mayores.
Hay nueve Grados o grados en los Misterios Menores, llamados Iniciaciones —o, si se prefiere la expresión metafísica, expansiones de conciencia— y cuatro Grados en los Misterios Mayores.
Hay siete escuelas que enseñan o imparten los nueve Misterios Menores y cinco que enseñan o imparten los cuatro Misterios Mayores. Estas Escuelas no son estructuras físicas, sino etéricas, como la Nueva Jerusalén descrita por San Juan; y no deben confundirse con sociedades secretas.
En realidad, todas tienen una salida en el plano material; si no la tuvieran, no alcanzarían nuestra humanidad intelectualizada y, por lo tanto, no tendrían alumnos que instruir en sus Misterios.
Estas Escuelas de Misterios, con sus representaciones exotéricas, cambian de época en época para satisfacer las necesidades de las personas entre las que se realiza su trabajo.
Todas estas Órdenes de Misterio están "formadas según líneas cósmicas"; así, las trece Iniciaciones corresponden a las doce constelaciones y a su líder espiritual, el zodíaco; también a sus gobernadores planetarios, algunos de los cuales aún están por descubrir.
(Es interesante reflexionar sobre el hecho de que, en el zodíaco griego, las Pléyades se consideraban la decimotercera constelación hasta hace poco).
El gran ejemplo cristiano de la Escuela de Misterios es el de Cristo con sus doce Apóstoles.
La Orden Rosacruz también está compuesta por doce Hermanos y un decimotercero esotérico, el venerado Fundador, designado simbólicamente como Rosacruz Cristiana, por la obra que vino a realizar en el mundo.
Las siete Escuelas Menores de Misterios y las cinco Escuelas Mayores de Misterios se agrupan bajo una Inteligencia central, llamada (de nuevo según el modelo griego) el Libertador, título otorgado en la antigüedad a Dioniso, pero que en la época cristiana se relaciona con Cristo Resucitado (o el decimotercer Hierofante de una Escuela de Misterios).
El decimotercer místico es siempre la cabeza de la Orden, y las doce cabezas se agrupan a su vez en torno al decimotercero, a quien los cristianos llaman Cristo, aunque se le conoce con otros nombres en otras tierras y pueblos.
Además de los números sagrados doce y trece, observamos la recurrencia del siete y el cinco, correspondientes a los cinco planetas, el Sol y la Luna del sistema ptolemaico.
En algunas Escuelas, las Iniciaciones se organizan de forma diferente, de modo que el proceso de iluminación se revela en siete Grados en lugar de nueve; pero el trabajo realizado es esencialmente el mismo. Generalmente, el aspirante aceptado del Templo es un novicio de una de las Escuelas de Misterios Menores, y de los primeros Grados de dicha Escuela.
Pocos han avanzado en el trabajo espiritual más allá de los primeros siete Ritos del Templo. Los dos Grados restantes (en el sistema nónuple) se elevan más allá de los reinos de este plano mortal, permitiendo la compañía de las huestes celestiales más allá del discernimiento o descripción de la mera mortalidad.
De todo esto entendemos por qué el número siete es sagrado para los ocultistas.
Se ha dicho que «quien atraviesa estas siete etapas y grados llega a un lugar tan maravilloso que contempla muchos misterios y comprende la transmutación de todas las cosas naturales».
Las Siete Escuelas de Misterios Menores, así como los siete Grados del sistema séptuple, se relacionan bíblicamente con la escalera mística que Jacob vio en su visión.
Todo el esquema iniciático está simbolizado en la escalera de caracol del Templo de Salomón, que conducía a la cámara interior donde el candidato exitoso recibía «las recompensas de un maestro».
Las cinco Escuelas que enseñan los cuatro Misterios Mayores son casi completamente desconocidas, incluso para el mundo esotérico. Pocas almas atraviesan sus puertas sagradas.
Los Hierofantes, a través de quienes se administra esta sublime obra, son los Iniciados más elevados y menos numerosos de la Tierra, y sus discípulos son igualmente escasos.
Así como el ser humano posee un aura que rodea e interpenetra su cuerpo físico, lo mismo ocurre con el planeta, revestido de materia sutil.
La esfera física es el terreno familiar para todos, pero no las esferas que residen por encima de ella. Esto incluye lo etérico, lo astral, lo espiritual y lo espiritual superior. En los nueve Misterios Menores de la Rosacruz (o los siete Misterios de ciertas otras escuelas), el candidato asciende sucesivamente por estas capas del planeta Tierra mediante la expansión de la conciencia.
También recapitula, con plena conciencia, toda la evolución de la Tierra y su humanidad, tanto espiritual como física. Esta recapitulación tiene el efecto de despertar en él las facultades y poderes latentes que la raza poseía en épocas pasadas, poniendo así a su disposición la suma total de la experiencia de la raza.
Esto se refleja en los maravillosos instintos de los animales y las plantas, que el hombre ha perdido desde que adquirió la razón, pero que, siendo un Iniciado, puede utilizar conscientemente al incorporarlos al intelecto.
Además de su humanidad, posee un superinstinto, una vitalidad inagotable que le permite renovar su cuerpo, como ciertas plantas crean nuevas partes para reemplazar las viejas.
Así, su cuerpo se vuelve tan indestructible como un diamante o un rubí, pues también tiene pleno control de las fuerzas químicas. Todo esto contribuye al desarrollo de un Adepto, un Iniciado que ha completado los nueve Misterios Menores y el primer Misterio Mayor, mediante el cual penetra en el corazón de la Tierra y se encuentra cara a cara con el Libertador.
Sin embargo, un Adepto es tan raro en la Tierra que un aspirante probablemente no tenga la menor certeza de encontrarse con uno en el plano físico.
Por lo tanto, el interés del aspirante se centra casi por completo en los primeros cinco de los nueve Misterios Menores. Pocos aspirantes reciben más de una Iniciación en una sola vida.
Cuando el candidato supera varias Iniciaciones en una sola encarnación, podemos estar seguros de que estas son recapitulaciones del trabajo realizado en vidas anteriores.
En esta serie se ha señalado que, en la recapitulación embriológica, el cuarto mes trae un cambio decisivo en el desarrollo fetal; esotéricamente, decimos que en este momento se disuelven ciertos contactos con los mundos internos.
El Ego se concentra definitivamente en la tierra y en la construcción del vehículo físico en el que encarnará.
En la Iniciación, el Cuarto Grado también supone un paso definitivo hacia el cielo; se rompen ciertos contactos físicos y la relación con el mundo interior se vuelve más íntima.
De ahora en adelante, para el discípulo, Dios es Todo y Todo es Dios . Aunque permanece en el mundo exterior, donde reside la carne y la sangre, ya no forma parte de él.
El cuarto plano del aura de la Tierra es el plano mental; es la “inteligencia” del planeta o, en términos metafísicos, es la inteligencia de Dios expresándose en relación con la Tierra.
El mundo mental es el vínculo entre el espíritu y la materia. Inmediatamente por debajo del plano mental se encuentra el mundo del deseo; por encima se encuentra el plano de la mente superior o abstracta, el plano de las ideas universales. En este se encuentra el mundo de la idea germinal (conciencia), sin la cual la manifestación no podría tener lugar, pues es el caldo de cultivo del cosmos.
Por lo tanto, marca un punto crucial no solo en la involución hacia la materia para la raza, sino también en la evolución hacia el Espíritu para el Iniciado. Cabe señalar, de paso, que la involución hacia la forma siempre ha sido un proceso colectivo; la Iniciación, sin embargo, es un proceso individual. El Iniciado se mantiene solo.
En la cuarta Iniciación, el Ego decide practicar el camino Blanco o el Negro. Un Ego fuerte y plenamente consciente no tomará la decisión equivocada.
El Quinto Grado, si se alcanza, conduce a la santidad. En este augusto Rito, el Ego, tras haber elegido inmutablemente unirse con el Espíritu, se encuentra cara a cara con su propio ser.
En el éxtasis de este momento elevado, el discípulo llega a comprender el verdadero significado de las palabras inscritas sobre la entrada de los templos griegos: «Hombre, conócete a ti mismo».
En los Grados Sexto y Séptimo, la personalidad se perfecciona como canal a través del cual el ser divino puede verter sus poderes en la obra creativa; cada palabra y acción se inspira en la sabiduría eterna.
El Iniciado lleva consigo el aroma de lo eterno, pues se sabe parte de aquello que no tiene principio ni fin.
De este modo, el yo personal es absorbido por el yo superior, el yo espiritual, y el discípulo se sitúa en el umbral de la divinidad.
En los dos últimos grados, se adentra en la obra que verdaderamente lo convierte en un dios.
El Rosacruz dice que el candidato victorioso del Séptimo Rito ha mezclado las rosas rojas y blancas que florecen en su Rosaleda.
El Rosario de los alquimistas medievales era simplemente el Laboratorio (estado de conciencia) del aspirante que buscaba la realización divina.
Sobre su cabeza lleva la corona de brillantes joyas de oro vivo.
La corona real de un gobernante terrenal tiene su origen en la corona espiritual de los antiguos Reyes Sacerdotes Iniciados según el Orden de Melquisedec.
La triple tiara del papa es otra representación simbólica de esta corona espiritualmente visible del iniciado que ha ascendido a través de los tres planos que residen por encima de la mente superior.
Así son el rey y la reina descritos en el matrimonio alquímico de C.RC.
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En Amoroso Servicio
Centro de Estudios de la Sabiduria Occidental Mexico.