LO OCULTO Y CIENTIFICO CORRELACIONADO CON RELIGION Y CIENCIA

En el segundo día de la manifestación, las diferenciaciones de las fuerzas arquetípicas se expanden en el aumento de atenuación del mundo del espíritu solar y la mayor densidad del mundo de la animación. 

Las formas de pensamiento serán segregadas: las de vida serán impresas, las de animación revestidas de incentivo, y la abstracción atenuada despertará los atributos espirituales correspondientes del mundo del espíritu solar. 

Los mismos cuatro estados de forma, vida, animación y autoconciencia prevalecerán en el punto más bajo de la obra de este segundo día, que especializa, pero no perfecciona la animación. 

Los seres autoconcientes alcanzarán este estado en sentimiento, y los atributos espirituales del mundo del espíritu solar se centrarán en la sabiduría.

En el tercer día de la manifestación, la diferenciación de las fuerzas arquetípicas extiende la atenuación espiritual hacia el mundo de la divinidad, mientras la cristalización de la fase material desciende al mundo físico. 

Los cuatro estados de forma, vida, animación y autoconciencia se desarrollarán aún más. 

Las formas de pensamiento segregadas se cristalizarán en sólidos atómicos, las de vida se moldearán en líquidos atómicos, las de animación en gases atómicos, mientras que la autoconciencia se alcanzará en su cognición, y la abstracción atenuada despertará los atributos espirituales en el mundo de la divinidad. 

Los logros de este día son de conservación vital, como lo fueron los del primer día en el pensamiento y los del segundo en la animación.

En el cuarto día tiene lugar la formación física del sistema y el hombre alcanza la autoconciencia en los fenómenos de la forma, mientras que la equivalencia atómica de sólidos, líquidos y gases se cristaliza en estos tres estados familiares. 

La paradoja aparente, el enigma desconcertante de las inversiones de los puntos de vista espiritual y material, surgen aquí para confrontar al intelecto con las mismas interpretaciones significativas que han generado tanta confusión en la jerga ocultista.

Debe tenerse siempre en cuenta que dentro del sistema evolucionan varios estados de ser y conciencia, algunos involucrándose en la materialización y perfección de la forma, otros evolucionando con el Creador en la iluminación espiritual, habiendo perfeccionado previamente el lado formal. 

Por lo tanto, las observaciones e investigaciones científicas del hombre revelan claramente que la perfección del lado formal de la manifestación es ascendente, metódicamente, de forma a vida, de vida a animación, de animación a pensamiento autoconsciente, con la forma aumentando continuamente en densidad hasta que sea frenada por las apreciaciones autoconscientes. 

Además, al cristalizarse la forma, las atenuaciones espirituales se hacen mayores.

El trabajo de las partes involutiva y evolutiva del esquema, por las cuales se perfecciona el sistema, está bajo el dominio absoluto de un Creador autoconsciente y sus ministros, y de aquellas jerarquías que han pasado por las etapas involutivas hasta la autoconciencia. 

En consecuencia, la manifestación del sistema comienza en el pensamiento, progresa hacia la animación, luego hacia la preservación vital y finalmente hacia la formación concreta.

Resumiendo, el proceso de desarrollo de la conciencia es a través de la perfección de la forma, luego la vida, luego la animación, mientras que los materiales con los que se construyen estos vehículos aumentan constantemente en densidad y se segregan más, y las fuerzas espirituales que han alcanzado la autoconciencia y gobiernan los procesos de involución, mientras ellas mismas están en expresión evolutiva, obran primero mediante el pensamiento, luego la animación, luego la preservación vital y, finalmente, la formación.

Ya sea que se trate de la creación del sistema solar mismo por la Deidad o solo de la creación de distinciones fenomenales adicionales por alguna entidad autoconsciente como el hombre, el principio es el mismo: el espíritu siempre construye a través de pensamiento, animación, preservación o constitución y finalmente formación, mientras que la autoconciencia de cualquier entidad o estado de ser se incrementa o se alcanza en el orden opuesto, primero la perfección de la forma, la conservación vital, la animación y finalmente el pensamiento.

Los días restantes de la manifestación logran la espiritualización en la esencia del alma de las formaciones fenomenales y la vestidura de los aspectos espirituales, fusionando gradualmente el todo con las fuerzas arquetípicas al final del séptimo día.

Las elucidaciones de este capítulo se centran en los varios estratos de los mundos de la sustancia en los que se lleva a cabo la evolución del hombre, en asociación con multitudes de otros estados de ser, tanto superiores como inferiores en conciencia, a través de Él.

Si se concibe un conocimiento profundo de estos materiales, su significado, importancia y uso general como complementos de un conjunto fijo de principios en armonía con funciones científicamente correlacionadas, se obtendrá iluminación genuina a través de las discusiones futuras.

El mundo físico es el de la forma, macrocósmicamente, y el estado más denso de la materia que se encuentra en él es la forma sólida. Sin embargo, se ha demostrado que incluso los sólidos representan todos los tres principios, algunos como fundamento inerte, otros operativamente orgánicos y algunos claramente activos. 

El segundo estado más denso es el líquido, que es principalmente aquél en el que funciona el segundo principio de vida, aunque los líquidos también siguen el mismo curso en representar tres estados: ácido, base y sal, u óleo. 

El tercer estado de materia, el de menor densidad, es el gas, el cual es principalmente el de animación, aunque algunos gases se concentran en forma mientras otros levitan en actividad equilibrados por el aire para su preservación.

Entre los estados etéricos de la materia, en tasas más altas de vibración por sobre la región química, se evidencia la misma condición. 

El éter químico es primordialmente de forma, pero tiene tres expresiones: en los sólidos de inercia, organización y animación. Lo mismo ocurre con el éter vital, principalmente de vida, y el éter animativo principalmente de acción.

Considerando todas estas condiciones de expresión y atributos, el mundo físico compuesto por siete sustancias tiene la organización y la formación como principales propósitos; es decir, las sustancias químicas son realmente inertes solo mientras los éteres están vivos, perpetuados y preservados en la función vital viviente.

Aplicando los mismos principios de expresión penetrativa de la inercia, organización y animación a cada estrato del reino animativo, cada uno contiene una triple respuesta, mientras que la sustancia del primer estrato es principalmente de forma y segregación. 

Del mismo modo, el segundo estrato es solo para la vida y su impresión, y el tercero para la animación de la forma y su incentivo a actuar, mientras que las esencias del plano superior de este mundo refuerzan los sentimientos animativos con ese grado de emoción esencial para su unión con el mundo del pensamiento: la fe une la fuerza con la forma de pensamiento, el amor une la vida con la forma de pensamiento de vida, y la esperanza une las actividades de la forma animativa con la forma de pensamiento de animación.

Los aspectos espirituales siguen el mismo esquema. 

En el mundo del espíritu solar, el estrato de la concepción es primariamente de forma, pero influye también en la vida y la animación. La fidelidad es principalmente influencia vital pero también afecta la forma y la animación; la dedicación controla las especies animativas de forma similar. 

Los tres aspectos superiores unen los planos inferiores con el mundo de la divinidad así como lo hace la región animativa superior al unir los planos inferiores con el mundo del pensamiento. La misma lógica se aplica al mundo de la divinidad. 

La comunión es de impulso formativo, la contemplación un requisito de vida, y la iluminación esencial para la animación de los principios vitales, mientras todos los planos de todos los mundos están bajo el sello de formar, el dominio de organizar y la devoción de avivar, esos impulsos espirituales que realizarán las obras del Creador.

El periodo involutivo fomenta la rarefacción, la atenuación expansiva del espíritu y la concentración de la forma en núcleos requeridos. 

El periodo evolutivo concentra el espíritu en la región arquetípica y atenúa la forma para el mismo propósito. 

Cuanto más se concentra la forma, mayor es la aplicación de la autoconciencia, en forma, ilustrada por la perfección del esqueleto humano. 

La concentración del espíritu en la atenuación evolutiva de la forma promueve la conciencia espiritual, o poder álmico, la quintaesencia de la comprensión impulsada por la voluntad, sabiduría, sentimiento y cognición perfeccionados.

La designación de los siete estratos de cada uno de los cinco mundos donde se lleva a cabo la manifestación no es arbitraria. Cada uno es esencial y el todo comprende todo lo necesario para fomentar el desarrollo de la conciencia de la Deidad y de los Espíritus diferenciados por igual. 

Son todo lo que se necesita respecto a los principios. 

Las posibilidades de desarrollo en la conciencia son ilimitadas gracias al uso de estos impulsos e inercias suministrados por el Creador y las huestes de seres que evolucionan con Él en los diversos planos de cada mundo.

Tal uso se logra mediante la continua inducción de impulsos espirituales en las formaciones inertes y el avivamiento de los impulsos espirituales por los impactos e interacciones de las formas. 

La ruptura de estos circuitos de carga y descarga con el hallazgo del yo crea el arco iluminador de la autoconciencia.

El mineral establece toda conciencia con la Deidad a través del arco iluminador de la voluntad; la planta establece la conciencia de sueño sin sueños mediante el arco iluminador de la sabiduría; el animal establece la conciencia de sueño soñado mediante el arco iluminador del sentimiento; mientras que el hombre alcanza la autoconciencia mediante el arco iluminador de la cognición.

La autoconciencia humana, alcanzada a través del arco iluminador de la cognición, representa el punto culminante de la diferenciación material, y los próximos períodos evolutivos perfeccionarán de manera eficiente la apropiación dinámica del sentimiento, la comprensión, la sabiduría y la voluntad, así como lo ha sido la cognición ahora. 

En el dominio del Creador, la quintaesencia de cognición, sentimiento, comprensión, sabiduría y voluntad es siempre dinámica, permeando todos los estratos y planos de los cinco mundos con Su vida, dictando en modo consciente y autoconsciente.

Así, la evolución y la organización de los mundos y de los seres, lejos de ser un proceso rígido y ciego, ocurren bajo un patrón espiritual que busca el máximo desarrollo de las potencialidades de cada ser. 

La religión, el arte y la ciencia, en esta visión, no son ramas separadas, sino expresiones de la misma verdad fundamental: el despliegue creativo del Espíritu a través de diversos modos de autoconocimiento, belleza y comprensión.

El ocultismo y la ciencia, integrados en esta filosofía, muestran que el ser humano tiene la capacidad de tomar conciencia de su participación en la obra cósmica. La religión lo orienta hacia los principios eternos, el arte expresa sus intuiciones más profundas y la ciencia le otorga herramientas de comprensión racional. 

El propósito final es el perfeccionamiento y la reunificación consciente con la fuente de todo, desarrollando en plenitud las facultades divinas latentes en su interior.

De este modo, la verdadera correlación entre religión, arte y ciencia es el reconocimiento de que todas las formas del conocimiento y la expresión humanas son facetas de la misma búsqueda espiritual, y que solo reencontrando esa unidad interna se cumplirá el destino superior de la humanidad.

Traducido en amoroso servicio de la Revista Rayos de la Rosacruz de Agosto de 1965, por la Fraternidad Rosacruz de Mexico.