PAZ


FRATERNIDAD ROSACRUZ DE MEXICO



CENTRO DE ESTUDIOS DE LA SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO

LECCION MENSUAL DE FILOSOFIA

“PAZ”

Febrero de 1987


Probablemente la condición más importante a la que un individuo aspira es la “Paz”. 

El problema reside en que la mayoría de nosotros la desea en medio de la discordia causada por la carencia que de ella que tenemos en nuestro interior. 

La paz permanente no es posible para el individuo, la nación, o la humanidad hasta que todas las cosas que producen la discordia hayan sido transmutadas en un estado o condición de paz. 

Cristo dijo que Él no había venido a traernos la paz sino una espada. 

Sin embargo, esta misma declaración reconocía el deseo de paz que tenía la humanidad de Su tiempo, y al mismo tiempo indicaba que el uso de “una espada de dos filos” es necesario para producir la paz. 

Por supuesto, Él no defendió el uso de una espada de acero contra otra persona, pero parece cierto que Su declaración significaba que la paz podía ser asegurada solamente después de haber ahuyentado todo lo que la obstruya.

¿Qué es la paz tan ardientemente anhelada? 

Si buscamos profundamente dentro de nosotros mismos, ¿no es la paz algo interno que constantemente busca prevalecer a través de la comprensión, que siempre se esfuerza por poner en reposo todo lo que interfiera con el estado de quietud o concordia que se busca, que eternamente trata de hacer a un lado todas las cosas que perturban el equilibrio físico y mental del individuo? 

La inquietud del hombre es evidente, sea que pase su tiempo buscando el placer, o que sienta que debe ocupar su tiempo libre en hacer algún bien, o en ser útil a los demás. 

Todos están tratando de satisfacer un anhelo de paz al tratar de arreglar las condiciones perturbadoras o caóticas que hay dentro de ellos o a su alrededor.

Un aspecto interesante de este impulso interno es que hay menos paz haciendo algo por uno mismo que por alguien más. 

La satisfacción que uno recibe al ayudar o hacer algo por otra persona, vieja o joven, trae una paz satisfactoria para el alma muy difícil de adquirir en otra forma, especialmente si el que recibe nuestra benevolencia es un niño inocente o alguien que es víctima de las circunstancias adversas. 

Esto claramente indicaría el Camino que debemos seguir para alcanzar la tan anhelada paz.

Max Heindel nos dejó una máxima inapreciable al decir que: 

“El servicio amoroso y desinteresado hacia los demás es el camino más corto, más seguro, y más alegre que conduce hacia Dios”. 

Esto definidamente establece la idea que la paz del alma se puede lograr a través de la comprensión que el Dios que mora dentro de nuestros hermanos es uno e indivisible y el mismo en todos.

Todos nuestros problemas, individuales y colectivos, resultan de la falta de paz. 

En el individuo esta falta de paz significa mala salud, la cual es realmente una actitud mental perturbada que se refleja en los vehículos físico, mental y emocional. 

Uno simplemente no puede pensar pensamientos destructivos, aparentemente justificados o no, sin que esta destructividad se refleje en todas y cada una de las partes de nuestros vehículos; y este reflejo persistirá hasta tanto que la actitud mental persista. 

Una mente distorsionada afectará negativamente los vehículos del hombre tan seguramente como el Sol sale por el Este. 

No puede ser de otra manera.

Nuestra civilización, que ha sido desarrollada tan dolorosamente por la humanidad a través de sus complicados métodos para satisfacer sus necesidades materiales, junto con las tentaciones que la acompañan como un compañero de viaje, produce una falsa apreciación de lo que es necesario para alcanzar la paz interna que deseamos. 

Es necesario que miremos con alguna aprehensión las costumbres y tradiciones y reexaminemos su valor con relación al crecimiento anímico. 

El Estudiante Rosacruz debe pensar por sí mismo. 

La humanidad ha adquirido hábitos, buenos y malos, que se han convertido en su segunda naturaleza. 

El hecho que la humanidad esté constantemente en un cataclismo mundial y también individual, es una prueba suficiente que es necesario mucho mejoramiento. 

Dondequiera existe evidencia del autointerés como raíz de la discordia, y el mejoramiento puede ocurrir solo mediante la aplicación del interés inegoísta. 

Las condiciones mundiales de hoy en día son el resultado del auto-interés, tal como se expresa colectivamente por una nación, como resultado del mismo auto-interés de sus individuos. 

Algunos pueden cuestionar esto, pero así como un hombre piensa en su corazón, así es él; y el auto-interés es el resultado del egoísmo aunque pueda revelarse de una manera diferente. 

Este hecho que hemos súbitamente determinado sobre un sendero de altruismo tampoco garantiza un sendero de paz, pero puede aportar una mayor comprensión a través de nuestras experiencias. 

La paz del individuo crece mediante la experiencia en el estado colectivo de nuestro mundo.

La humanidad crece, pues, por medio de la experiencia, la prueba y el error, los más grandes puede tener. 

Sin embargo, la victoria final no le será negada al espíritu. a pesar de la confusión que no tiene en cuenta los valores espirituales. 

Seguir el sendero de la rectitud espiritual sin desviación alguna, tal como Cristo quiere que lo sigamos, es el camino que conduce hacia la paz. 

La nación puede únicamente reflejar las mentes y los corazones de sus individuos, así como el mundo refleja los de la humanidad entera.

La mayoría de los que hemos sido conducidos a las Enseñanzas de la Sabiduría Superior, pensamos que el egoísmo es un extraño para nosotros. Si nos examináramos críticamente, nos sorprenderíamos de lo que revelaría nuestro propio auto-análisis. 

Todos y cada uno de nosotros tiene algún grado de egoísmo, el cual probablemente hemos pasado por alto. ¿Quién no piensa en sí mismo de una manera automática ante la presencia de un problema? 

La pregunta es: ¿Cómo me afecta? ¿Cómo afecta a mi familia ¿Cómo afecta mis posesiones mundanas? 

En lugar de esto el pensamiento debería ser: ¿Qué sacrificio puedo yo hacer para servir de una manera inegoísta que conduzca al crecimiento anímico de mi hermano, y que no sea perjudicial para ninguna otra persona? 

La retrospección cuando es adecuadamente ejecutada desde el punto de vista del yo superior, evaluando la personalidad misma, revelaría pronto cualquier tendencia que trate de justificar algún pensamiento o acción perjudicial hacia otra persona. 

La bondad en sí misma es una virtud, pero mal aplicada puede impedir el crecimiento anímico de otra persona al no tener en cuenta la necesidad que cada uno tiene de resolver sus propios problemas. 

Ser inegoísta significa el anteponer el bienestar y la felicidad de otra persona por encima de los propios, pero el buen juicio debe procurar siempre que no se preste un mal servicio al hacer que el camino de nuestro hermano sea demasiado fácil. 

Todos tenemos lecciones que aprender, y aprenderlas rápida y completamente, así como extraer de ellas la esencia necesaria para el crecimiento anímico, el cual es el propósito más importante de nuestro día en la escuela de la vida que es la Tierra.

Otra general y desviada actitud con relación a la rectitud es la persistencia de algunos que con toda sinceridad insisten que otros estén de acuerdo con ellos, olvidando enteramente que al hacerlo así les niegan el derecho a su propia convicción. 

Procediendo así cierran sus mentes y adoptan una forma de egoísmo que rehúsan reconocer, como un avestruz que oculta su cabeza en la arena con la equivocada creencia que sus plumas caudales no se asoman.

Hay muchos que necesitan dirección y ayuda, pero no ayudamos a un hermano ni le podemos enseñar mucho, exigiéndole que haga a un lado sus propias convicciones a fin que pueda aceptar las nuestras. 

Sería mejor practicar lo que predicamos viviendo los principios en los que creemos y dando el ejemplo por medio de nuestra propia vida, de modo que los demás puedan ver la operación de nuestras ideas en la práctica, y en esa forma poder determinar por sí mismos si van a seguir nuestros pasos. 

¿No es esto exactamente lo que Cristo dijo y enseñó de:  Yo soy el camino” Predicar la virtud y no practicarla escrupulosamente es fé pero sin obras. La fe sin obras es muerta. 

Si somos verdaderamente sinceros, ciertamente haremos de nuestras creencias una parte de nuestra vida diaria y nada, excepto la necesaria cantidad de progreso, atraerá el Maestro más rápidamente que el constante diario vivir de lo que internamente se cree. 

Hay una lección en esto para cada uno, y cada quién puede hacer alguna mejora al buscar el Espíritu Divino oculto en los demás, porque la Hermandad del Hombre es imposible sin la Fraternidad del Espíritu. Lo básico de esta fraternidad es la esencia que viene de Dios, nuestro creador y Padre Celestial; y esto es lo que nos une y hace de nosotros verdaderos hermanos. Sin esta comprensión no puede haber una paz duradera para el hombre aquí en la Tierra.

Aunque Cristo trajo una espada con la cual desarraigar toda discordia, El es el Príncipe de la Paz. 

“Cristo vino a reunir las razas separadas con vínculos de paz y buena voluntad, con los cuales todos, voluntaria y conscientemente, seguirán la ley del amor”. 

El reprendió al viento y le dijo al mar: “Calla, ENMUDECE”. 

En Juan 14:27, hablando a Sus discípulos, Él les dijo: 

“LA PAZ OS DEJO, MI PAZ OS DOY: NO COMO EL MUNDO LA DA, OS LA DOY YO”. 

Cristo, como Príncipe de la Paz, hizo todo esfuerzo conducente a su adquisición. Él sabía que la meta final del hombre es satisfacer al Padre, y así obtener una paz que sobrepasa todo entendimiento. 

“Que el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo por el Espíritu Santo”. 

Romanos 14:17. 

Y en 1 Corintios, 14:33, leemos: “Porque Dios no es Dios de disensión, sino de paz”. 

Y en 2 Corintios, 13:11 encontramos otra hermosa verdad: 

“...que sintáis una misma cosa, y tengáis paz; y el Dios de paz y caridad estará con vosotros”.


En Amoroso Servicio

El Centro de Estudios de la Sabiduría Occidental Mexico




¡El momento es ahora !

Todos los días se nos da la oportunidad

Para sacrificar nuestros deseos egoístas

En post del bien universal

Una ley fundamental

debemos comprender

La Ley de Consecuencia

Que desata todo su poder

La cual debemos respetar

Trabajando con amor y humildad

Creando hoy causas que nos inviten a mejorar

Nuestro nuevo destino estelar

Hemos de transitar

Los sinsabores de este mundo material

Y vencer nuestros obstáculos

Con coraje y dignidad

En nuestra conciencia se imprimirán

Las pérdidas y fracasos

Con firmeza y seguridad

Pues aunque no sea de agrado el dolor

Es el más grande purificador.

El orgullo, el odio, el egoísmo

Son rasgos en el carácter

Que hay que eliminar.

¡El momento es ahora !

Cambiando el modo de pensar y actuar.

Así nuestro poder interno manifestará

Eliminando el temor y la ansiedad

Teniendo fe inquebrantable en la Voluntad Divina

Por haber logrado el bien obrar

Nuestra propia disciplina

Se reflejará en una labor más constructiva

Para elevarnos en servicio amoroso

Como aspirantes a un sendero espiritual.

Miriam Garbarino