LOS 12 TRABAJOS

DE HERCULES


CENTRO DE ESTUDIOS

DE LA

SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO

Los doce trabajos de Hércules pueden interpretarse como el paso del Sol por los diferentes signos deL zodíaco, siendo interpretado cada uno de ellos como una etapa de la lenta transformación de la naturaleza a lo largo del año.

Cuando el Sol entra en Aries, es el principio de la primavera, el surgimiento de las fuerzas de la naturaleza, la irrupción de los primeros brotes.

Este impulso prosigue en Tauro y en Géminis, con la aparición de las hojas y de las flores. Con Cáncer comienza el verano: se forma el grano, después el fruto madura (Leo) y una vez maduro, se recolecta (Virgo). Después viene el otoño (Libra, Escorpio, Sagitario), se recogen los últimos frutos, caen las hojas, la vegetación muere y se descompone. Finalmente, llega el invierno (Capricornio, Acuario y Piscis): el grano es enterrado en el suelo, donde muere y se funde con la tierra ; pero de esta muerte nacerán las nuevas simientes que producirán nuevos crecimientos y nuevas floraciones.

Así pues, en cada signo, el Sol lleva a cabo determinados trabajos. Este trabajo del Sol en la vegetación puede ser interpretado, desde el punto de vista alquímico, como la transformación de la materia de la Piedra Filosofal que, al igual que el grano, se cuece, se pudre, resucita, etc...

Pero el trabajo alquímico no consiste sólo en transformar la materia de la Piedra Filosofal. Para el discípulo, el verdadero trabajo alquímico consiste en desarrollar las simientes enterradas en sí mismo, de la misma forma que las fuerzas de la naturaleza hacen crecer los gérmenes enterrados en el suelo, y, precisamente, cada signo del zodíaco posee un aspecto positivo y otro negativo.

El discípulo, como Hércules, debe luchar contra cada uno de los aspectos negativos y, por el contrario, desarrollar en sí mismo los aspectos positivos.

Debe luchar contra el lobo y el jabalí de Marte (la violencia salvaje, la crueldad) y alimentar en sí mismo el deseo de hacer los sacrificios necesarios para que se produzca la germinación.

Debe vencer el materialismo y la sensualidad de Tauro, y adquirir su paciencia, su tenacidad y su fuerza.

Debe luchar contra las tendencias nocivas de Géminis, con su intelecto siempre presto a engañar, a criticar, a calumniar, y estar dispuesto, en cambio, a manifestar los preceptos del amor y de las sabiduría.

Debe dominar la emotividad, la imaginación crepuscular y desordenada de Cáncer, favorecida por la Luna, y sensibilizarse a las corrientes espirituales, tener el deseo de elaborar su vida y de purificar todas las fuerzas que le han sido dadas.

Debe vencer el orgullo y la ostentación de Leo para desarrollar su nobleza, su grandeza, su rectitud.

Debe vencer la estrechez de espíritu, la sequedad y la avaricia de Virgo, y aprender su pureza, su gusto por el orden y el método.

Debe vencer la pereza y la indecisión de Libra y desarrollar su necesidad de armonía y belleza.

Debe triunfar frente a los celos y a las pasiones sexuales de Escorpio, y estar siempre dispuesto a morir a todo aquello que es inferior, como lo enseñaba Jesús cuando decía: «Si no morís, no viviréis».

Debe luchar contra el instinto de rebelión y la inestabilidad de Sagitario, y ser capaz de elevarse constantemente hasta Dios, de poseer un pensamiento poderoso y de defender la ciudadela de los Iniciados, de los hijos de Dios. Sagitario es el defensor que está subido a las murallas desde donde vigila, con el arco tendido, para proteger el Reine de Dios, la Fraternidad Blanca Universal.

Debe vencer el orgullo, la dureza y la intransigencia de Capricornio, para alcanzar, a través de la meditación y la contemplación, las más altas cimas de las montañas espirituales.

Debe vencer el individualismo, la necesidad de escándalo y de rebelión de Acuario, para fundirse con la inmensa comunidad de la fraternidad universal, en la vida cósmica.

Debe escapar de las brumas y las prisiones internas de Piscis, y aprender su abnegación, renuncia y sacrificio.

Así, el trabajo del discípulo consiste en recorrer todos los signos, luchando consigo mismo contra todos los enemigos: los jabalís, los lobos, los leones, los toros, las aves, las cabras, los escorpiones, etc....

Cuando estos trabajos estén terminados y haya adquirido las doce virtudes, como Hércules, llegará a ser un semi-dios.

A través de los mitos y de las religiones se encuentran indicios de la iniciación; el mismo lenguaje la misma sabiduría, sólo las formas varían.

Por todas partes se enseña al hombre cómo puede llegar a ser un ser superior, un héroe, una divinidad.

Nosotros debemos esforzarnos para perfeccionarnos. e incluso, si no lo lograremos estaremos justificados ante el cielo.

El cielo nunca nos acusará de no haberlo conseguido; son los esfuerzos los que cuentan y estos depende de nosotros.

Cuando el cielo vea que no cesamos en el esfuerzo, decidirá darnos todo lo que pidamos , y la alegría la luz, la belleza y la libertad s e derramarán sobre nosotros.

Estos regalos serán seleccionados según quien los solicite, teniendo en cuenta su carácter, su estructura y sus afinidades, así como el trabajo que hubiese realizado, en función de lo que sea necesario para su evolución.

Al igual que el pez, cada cual sacará estos regalos del océano cósmico y extraerá de ellos los elementos susceptibles de formar su piel, su apariencia su inteligencia.