PELIGROS EN EL SENDERO
CENTRO DE ESTUDIOS
DE LA
SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO
PELIGROS EN EL SENDERO
PELIGROS EN EL SENDERO
POR MAX HEINDEL
POR MAX HEINDEL
“EMPERO una cosa es necesaria”, dijo Cristo a Marta.
“EMPERO una cosa es necesaria”, dijo Cristo a Marta.
En esas palabras encontramos una de las grandes verdades fundamentales de la vida, y aunque la gran mayoría no concedería que no existe sino una cosa necesaria, mucha gente pensante estará de acuerdo con nosotros en que, si bien nuestras exigencias son múltiples, nuestras necesidades ciertamente pocas.
En esas palabras encontramos una de las grandes verdades fundamentales de la vida, y aunque la gran mayoría no concedería que no existe sino una cosa necesaria, mucha gente pensante estará de acuerdo con nosotros en que, si bien nuestras exigencias son múltiples, nuestras necesidades ciertamente pocas.
No obstante, este gran hecho, la complejidad de nuestra presente vida civilizada, en este mundo es tal, que la mayor parte de la humanidad se consume por proveer las así llamadas comodidades y lujos, que son solamente para el cuerpo, mientras el alma muere de hambre.
No obstante, este gran hecho, la complejidad de nuestra presente vida civilizada, en este mundo es tal, que la mayor parte de la humanidad se consume por proveer las así llamadas comodidades y lujos, que son solamente para el cuerpo, mientras el alma muere de hambre.
Y una vez en posesión de ellos, estos lujos y comodidades no nos satisfacen en realidad.
Y una vez en posesión de ellos, estos lujos y comodidades no nos satisfacen en realidad.
Las personas adineradas, cuando han obtenido su dinero, nos dirían, si se les pudieran interrogar, y están de humos para contarnos confidencias, que el disfrute de las riquezas estivo más en el anticipo, en el proceso de obtenerlas, que, en la efectiva posesión, y que este dinero es realmente una píldora amarga en la boca del que lo posee, si es una persona pensante.
Las personas adineradas, cuando han obtenido su dinero, nos dirían, si se les pudieran interrogar, y están de humos para contarnos confidencias, que el disfrute de las riquezas estivo más en el anticipo, en el proceso de obtenerlas, que, en la efectiva posesión, y que este dinero es realmente una píldora amarga en la boca del que lo posee, si es una persona pensante.
Lo mismo sucede con el prestigio social, y la mujer de sociedad, que ha podido abrirse paso hasta la crema del círculo encantado, encuentra que, una vez dentro, todo es demasiado trivial, aburrido, indigno del esfuerzo.
Lo mismo sucede con el prestigio social, y la mujer de sociedad, que ha podido abrirse paso hasta la crema del círculo encantado, encuentra que, una vez dentro, todo es demasiado trivial, aburrido, indigno del esfuerzo.
Sin embargo, siempre existen los que claman por riquezas, distinción social; que buscan esas cosas tan ávidamente y tan indiferentes de lo que esto costará a su alma, como las polillas buscan la llama.
Sin embargo, siempre existen los que claman por riquezas, distinción social; que buscan esas cosas tan ávidamente y tan indiferentes de lo que esto costará a su alma, como las polillas buscan la llama.
Pero si bien existen muchos lugares peligrosos en la vida social y civil para seducir a la incauta polilla, hay atractivos más fatales en el ascenso en el sendero espiritual.
Pero si bien existen muchos lugares peligrosos en la vida social y civil para seducir a la incauta polilla, hay atractivos más fatales en el ascenso en el sendero espiritual.
La Parábola del Sembrador, como todas las otras Parábolas de las cuales hizo uso el Cristo, fue propia y aplicable en cierto grado: parte de la simiente cayó junto al camino, parte en los pedregales, entre las espinas y los abrojos, etc., y sólo una pequeña parte cayó en buena tierra, donde dio abundante fruto.
La Parábola del Sembrador, como todas las otras Parábolas de las cuales hizo uso el Cristo, fue propia y aplicable en cierto grado: parte de la simiente cayó junto al camino, parte en los pedregales, entre las espinas y los abrojos, etc., y sólo una pequeña parte cayó en buena tierra, donde dio abundante fruto.
En nuestros días la gente corre de aquí para allá, por todo el mundo, apremiada por un impulso interno; ese inquieto anhelar algo; algo que no saben que es.
En nuestros días la gente corre de aquí para allá, por todo el mundo, apremiada por un impulso interno; ese inquieto anhelar algo; algo que no saben que es.
Pero, aunque buscan son como mudos y ciegos: no pueden ver la luz interna, ni pueden oír la silente llamada interior, porque la concupiscencia de los ojos y el orgullo de la la vida del mundo externo son atracciones demasiado fuertes.
Pero, aunque buscan son como mudos y ciegos: no pueden ver la luz interna, ni pueden oír la silente llamada interior, porque la concupiscencia de los ojos y el orgullo de la la vida del mundo externo son atracciones demasiado fuertes.
Como topos, hacemos nuestras madrigueras en las tinieblas de una existencia huérfana, lejos de luz, lejos del Padre de las luces, y sin embargo El está presente dondequiera.
Como topos, hacemos nuestras madrigueras en las tinieblas de una existencia huérfana, lejos de luz, lejos del Padre de las luces, y sin embargo El está presente dondequiera.
Esta verdad literal es poéticamente expresada cuando el Salmista dice:
Esta verdad literal es poéticamente expresada cuando el Salmista dice:
¿Adónde me iré de tu espíritu?
¿Adónde me iré de tu espíritu?
¿y adónde huiré de tu presencia?
¿y adónde huiré de tu presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás tú;
Si subiere a los cielos, allí estás tú;
y si en abismo hiciere mi estrado, he aquí allí tú estás.
y si en abismo hiciere mi estrado, he aquí allí tú estás.
Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar,
Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar,
Aún allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra.
Aún allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra.
“Dios es Luz”, dice el Apóstol Juan, con mística intuición, y la luz está donde quiera, solamente que nosotros no la vemos en nuestra ceguera de corazón.
“Dios es Luz”, dice el Apóstol Juan, con mística intuición, y la luz está donde quiera, solamente que nosotros no la vemos en nuestra ceguera de corazón.
Pero alguna vez en el curso de nuestras vidas, la luz latente en cada uno de nosotros es encendida, la chispa divina de nuestro invisible Fuego Padre comienza a inflamarse, y poco a poco despertamos a la comprensión de que somos hijos de la luz.
Pero alguna vez en el curso de nuestras vidas, la luz latente en cada uno de nosotros es encendida, la chispa divina de nuestro invisible Fuego Padre comienza a inflamarse, y poco a poco despertamos a la comprensión de que somos hijos de la luz.
Esta es la crisis, el punto decisivo en el peregrinaje del hijo pródigo, cuando comprende su condición, cuando ve claramente que toda la riqueza del mundo, la posición social, y todo su poder son solamente “algarrobas” que comías los puercos, que no hay sino una cosa necesaria, sólo una cosa que valga la pena, y encontrar de nuevo el seno del Padre.
Esta es la crisis, el punto decisivo en el peregrinaje del hijo pródigo, cuando comprende su condición, cuando ve claramente que toda la riqueza del mundo, la posición social, y todo su poder son solamente “algarrobas” que comías los puercos, que no hay sino una cosa necesaria, sólo una cosa que valga la pena, y encontrar de nuevo el seno del Padre.