LA MUSICA

NOTA CLAVE

DE LA

EVOLUCION HUMANA


CENTRO DE ESTUDIOS DE LA

SABIDURIA OCCIDENTAL MEXICO

LIBRO LA MÚSICA NOTA CLAVE DE LA EVOLUCION HUMANA


Nota clave de la evolución humana

por

Corinne Heline


Este volumen está dedicado a Santa Cecilia cuya vida altamente inspiracional la hizo un perfecto instrumento de recepción para la transmisión del supremo arte de la Música.

Asimismo a todos los discípulos de la Nueva Era del sublime arte cuya aspiración es encontrar a ésta la más elevada de las artes en un correspondiente excelso nivel.


LA MÚSICA ES EL LENGUAJE UNIVERSAL

DIOS ES SU CENTRO

LA INFINIDAD SU CIRCUNFERENCIA

INTRODUCCIÓN


De acuerdo con el acelerado ritmo de nuestra época moderna, el público común está habituado al hecho que la música esté siendo diariamente considerada como un factor curativo por acreditados practicantes representativos de diferentes métodos endosados por la profesión médica.

Algunos de los hospitales más adelantados están empleando músicos como miembros de tiempo completo de su personal regular.

Esta expansión intensamente interesante del arte de la música con respecto al uso constructivo tiene mucho que ver con los desarrollos preparatorios para la entrante Era Acuariana de Aire, y los científicos ocultos muchas veces lo han anunciado. La era atómica en curso proclama un asombroso avance en la música como medio curativo.

Los más exitosos médicos de la Nueva Era considerarán los vehículos invisibles del hombre junto con su cuerpo físico como formando una completa unidad, pues es sobre los vehículos internos o más finos que la terapia musical produce sus más potentes efectos.

Paracelso, el célebre médico ocultista del siglo XVI, declaró: “El verdadero curador no busca las causas en lo visible sino que trata de entender lo invisible”.

Toda vida es una vibración. La diferenciación se debe a una Vida Divina vibrando en grandes variantes. Por eso, la vibración es la clave para el secreto de ambas, salud y enfermedad, juventud y vejez, la muerte y su última rendición a la inmortalidad. La condición fundamental que es la base para el bienestar del hombre es la armonía.

En obediencia a la Ley de Armonía, el hombre fue hecho “a imagen y semejanza de Dios”. Si él hubiese continuado en función de la armonía con esa ley, las imperfecciones físicas y enfermedades habrían sido desconocidas para él.

Las tendencias del Nuevo Día apuntan a la aceptación del hombre de esta verdad universal junto con una realización interna que está dentro de su propio poder divino para recrear, aquí y ahora, las condiciones según el patrón inicial. Una de las más nobles de todas las artes, la música, está a la vanguardia de ésta la más gloriosa obra: la perfección del hombre por medio del redespertamiento de la divinidad dentro de sí mismo.


CAPÍTULO I


LA MÚSICA CON RESPECTO

A LA EVOLUCIÓN HUMANA

MÚSICA CÓSMICA


La música es la voz armoniosa de la creación; un eco del mundo invisible, una nota de acorde divino que el universo entero está destinado un día a tocar

Mazzini


¡Ah, música, el sagrado lenguaje de Dios! Te oigo llamar y vengo.

Confucio

La evolución del hombre y del planeta en el cual habita puede ser seguida musicalmente lo mismo que espiritualmente. Al hacerlo así descubrimos que ambos trazos proceden en forma simultánea y a lo largo de sendas paralelas. En realidad, las dos permanecen separadas sólo en nuestra limitada percepción. En su esencia están inseparablemente unidas, y en los reinos superiores de existencia se reconoce que el entendimiento musical y la realización espiritual son idénticas.

“En el principio era el Verbo”. Ambos el universo y el hombre fueron creados por el tono. La fórmula musical para este acto creativo está contenida en el mismo primer capítulo del Génesis, el Libro de los Eternos Comienzos, y también en el primer capítulo del supremo Libro del Nuevo Testamento, el Evangelio de San Juan.

En todas partes del universo se escucha una Canción triple que el es Canto de lo Absoluto. La Canción es Una pero posee tres aspectos: Poder, o armonía; el Verbo, o melodía; y Movimiento, o ritmo.

Este canto universal es literalmente la energía primordial por la cual Dios se manifiesta. Es en verdad, un concierto, aunque la sensibilidad humana todavía no sea tal como para poder oírlo físicamente; pero si él lo escucha o no, el hombre en el hecho real vive, se mueve, y lleva su existencia en un universo de armonía tonal.

Las divinas energías emitidas por el Canto de Dios son irradiadas en nuestro universo por las doce Jerarquías zodiacales que rodean nuestro sistema solar.

Cada una de las doce Jerarquías hacen sonar su nota distintiva, la que se registra en la música terrenal como una nota de la escala cromática. Los doce signos pertenecientes a las doce Jerarquías se dividen en cuatro grupos de acuerdo al elemental con el que están relacionados.

Aquellos que pertenecen a las triplicidades de Fuego y Aire cantan en Mayores; aquellos relacionados con Agua y Tierra cantan en Menores.

Juntos forman la “Música de las Esferas”. Cada una de las Jerarquías zodiacales ejecuta una tarea específica y creativa. Mientras las tareas son diferentes, todas son manifestaciones del Único Tono Universal, que es el origen de su energía, fuente de la cual brota toda música.

Este estupendo coro cósmico, está más allá de la capacidad perceptiva del hombre, es bajado a potencias menores por el Logos de nuestro sistema solar, quien es su Creador, y viene a ser conocido en esta tierra como Voluntad (armonía), Sabiduría (melodía), y Actividad (ritmo).

Para aquel espiritualmente iluminado oír la música de las esferas es una experiencia iniciática trascendente. Así como los tonos celestiales son registrados por “los benditos oídos que escuchan”, así también “la bendita vista” registra un arcoíris de colores que acompaña al sonido de aquellos tonos.

Platón estaba entre los iluminados que escuchaban y veían estas glorias celestiales. Shakespeare las describe con entendimiento iniciatorio, y San Juan se refiere a ellas repetidamente al contar la revelación que recibió en la Isla de Patmos.

Ya que el Fiat creativo de tono- impulsado de lo Absoluto es triple en su naturaleza, los números uno, dos y tres son la base de toda manifestación.

Confucio, el Maestro-Iniciado chino, declaró que “del Uno procede el Dos; del Dos viene el Tres y del Tres vienen todas las cosas”.

La teología Cristiana se refiere a este poder triple como la Santa Trinidad y enseña como es debido que de él todas las cosas vistas y no vistas vienen a manifestación.

El UNO representa el punto en el cual el Hombre verdadero, el Espíritu Virgen, se hace cargo del primer velo a medida que desciende hacia la manifestación.

El DOS es dual y separativo, se relaciona con el estado manifestado o transitorio del UNO. Es la fuerza dominante en el presente peldaño de evolución humana.

El TRES representa la Actividad de la Divinidad dentro de la dualidad manifestada. Es la fuerza que mueve hacia la perfección de la completación bajo el poder del siete, el número que compone la escala diatónica.

En la manifestación física el TRES (triángulo) se basa en el CUATRO (Cubo), interpretado como los Tres principios manifestándose en los Cuatro Elementos; u otra vez como el Espíritu triple gobernando sobre la personalidad cuádruple.

Astronómicamente los primeros tres signos del Zodíaco; Aries, Tauro y Géminis representan las tres fuerzas primordiales que se desarrollan progresivamente en los signos que siguen.

Si separamos el Zodíaco en tres grupos de cuatro signos, cada grupo comienza con un signo de Fuego, seguido por un signo de Tierra, luego por uno de Aire y uno de Agua.

Aries - Tauro - Géminis - Cáncer

Leo - Virgo - Libra - Escorpio

Sagitario - Capricornio - Acuario - Piscis


Leyendo en forma horizontal hallamos las triplicidades zodiacales mencionadas previamente como denotando la fuerza cósmica triuna.

Aries proyecta la fuerza de siembra en Tauro, este impreso dual es después proyectado en Géminis; y el impreso triple se repite en cada uno de los nueve signos restantes del Zodíaco.

Como Aries muestra el punto donde el Espíritu entra en su ciclo involuntario, descendiendo en el laberinto de la manifestación, así su polaridad opuesta, Libra, el séptimo signo del Zodíaco, es el punto, o puerta, a través de la cual el hombre pasa cuando cambia los conceptos humanos y el velo de la carne por el conocimiento cósmico y el vestido inmortal del alma con el cual él puede “ir y venir” a voluntad entre los reinos espirituales y el físico que es su reflejo.

Aquí permitámonos decir que la Fraternidad Masónica aconseja a sus miembros estudiar música, matemáticas y astronomía, éstas son las tres ciencias fundamentales de las cuales dependen todos los otros estudios.

Todas las creaciones del sistema solar están formadas por las emanaciones de tono de las doce Jerarquías. La base alquímica de todas las cosas es Fuego y Agua en conjunción con sus elementos complementarios de Tierra y Aire.

Estos preparan la sinfonía zodiacal que el coro celestial interpreta en el supremo cántico: “Y el Espíritu de Dios (Fuego) dio vuelta la faz de las aguas (Agua)”.

Este sublime canto hace eco una y otra vez mediante los acordes antifonales de la poderosa canción de San Juan de ritmo planetario: “El Verbo era con Dios”. En ella el bendito Discípulo transmitió para la humanidad algo del éxtasis divulgado por las Jerarquías celestiales de Aries y Tauro en el mismo comienzo de la creación.

Para repetir en las fuerzas combinadas de Fuego, Agua, Aire y Tierra están el Alfa y Omega de todas las cosas. Esta combinación de poderes está expresada en ciertas claves mántricas, ejemplos familiares de los cuales son INRI, JHVH, AMEN y el VERBO. El poder de la palabra hablada yace oculto en estas claves, también el misterio relacionado con la Palabra Perdida de la Masonería.

Cuando un Iniciado del grado de San Juan pronuncia y mantiene adecuadamente los tonos que llevan estas letras, se convierten en los medios para efectuar milagrosas transmutaciones.

Algo de su poder es impartido al Evangelio de San Juan, en una sublimidad, una grandeza no superada en toda la Biblia. El lenguaje es sonoro, sinfónico, exaltado.

En esta relación es interesante advertir el uso de los números tres y siete en todas partes de este Evangelio. Por virtud de este hecho, sus vibrantes valores continúan cantando su divina canción a través de las centurias.

Así como el primer capítulo del Génesis es claro en su recitación cubriendo los siete días de la creación, nuestro esquema evolutivo es septenario en naturaleza.

El lector más casual de la Biblia no deja de observar la repetición de este número desde el Génesis al Apocalipsis.

En el primero de los siete días creativos el poder cuádruple está potencialmente presente. En los días sucesivos llega a activarse en forma progresiva hasta que alcanza la máxima expresión en el séptimo o último día creativo.

El poder operativo dominante en cada uno de los siete días o periodos está armonizado con la tónica musical de uno de los planetas de nuestro sistema solar.

Así cada día agrega su nota particular al gran conjunto a medida que los poderes innatos del espíritu se hacen más y más evidentes.

Cuando la última o séptima nota ha sido tocada, el poder del Verbo que es Dios, el Todo Bondad, suena en una gloriosa octava, la serie perfecta y acabada.


EL HOMBRE – UN CANTO DE DIOS


Observa con cuidado, y verás musicalmente; el corazón de la naturaleza está en todas partes de la música, si sólo pudieses llegar a él.

Thomas Carlyle

Alguna vez en el futuro cierto tipo de música escrita con el propósito de ayudar a la humanidad a revivir recuerdos de vidas pasadas desde fuera de la mente subconsciente.

Esta será música altamente individualizada, portando, como fuere, una recapitulación tonal de eventos pasados. La base para esta aserción es el hecho que la vida humana tuvo su origen en la música, como lo tuvo el universo manifestado.

Como previamente establecimos, es a través de una adecuada combinación de los principios del Fuego (masculino) y del Agua (femenino) que la vida humana viene a manifestación. Es también por el establecimiento del equilibrio entre estos mismos principios que se efectúa un nuevo nacimiento espiritual a través de la Iniciación.

Para el hombre de ciencia oculta el nacimiento es un evento triple.

El primero es el nacimiento físico, un evento experimentado por la humanidad como un todo.

El segundo es el nuevo nacimiento a través de la regeneración espiritual o Iniciación una experiencia que hasta ahora sólo la han tenido los más avanzados pioneros de la raza.

El tercer nacimiento es la entrada al conocimiento cósmico, que establece el contacto directo con las actividades de las Jerarquías celestiales.

Este es el peldaño de avance de los Maestros y de los Señores de Compasión, aquellos quienes están colaborando con nuestra progresión y evolución planetaria.

Por virtud de haber pasado a través de este nacimiento triple, el gran Maestro egipcio, el Dios Thot, fue llamado por los griegos el Tres veces Gran Hermes, o Hermes Trimegisto.

La Divina Comedia de Dante contiene una velada alusión a sus experiencias personales con las Jerarquías estelares que le fueron posibles luego de haber llevado a cabo el nacimiento triple. Lo que uno ha hecho, otro puede hacerlo.

El mismo sublime logro aguarda a todos quienes se hacen merecedores.

Los instrumentos musicales incluyen ciertos tonos y valores tonales que conciernen a los sucesos celestiales de la pasada evolución del hombre.

Su origen puede ser indagado hasta los recuerdos inconscientes del hombre sobre las verdades pertenecientes a la evolución musical y a la permanencia del alma en el cielo entre las encarnaciones.

Así las notas altas de un violín entregan la más cercana aproximación objetiva al tono del espíritu como es diferenciado en la conciencia universal.

La lira y el arpa son conceptos objetivos de ciertos poderes internos con los cuales el hombre una vez se supo como un instrumento celestial en armonía con la Música de las Esferas. Por esta razón estos instrumentos eran sagrados para los Templos de Misterio del antiguo Egipto y Grecia.

Aunque ahora latentes, los órganos espirituales a los cuales corresponden sólo esperan la revivificación cuando el hombre reclame su temporalmente perdido estado divino.

La música de estos instrumentos es tal que tiende a resucitar desde su mente subconsciente recuerdos de su anterior exaltada condición.

En los primeros peldaños de encarnación humana, la música era usada por las Jerarquías celestiales para moldear los cuerpos humanos.

En la presente era materialista la música es usada para despertar las almas de los hombres.

La música antigua siempre fue altamente espiritual en origen y efecto. Con la caída del hombre en el materialismo y dependencia de sus sentidos físicos, llegó a ser menos y menos así.

Pero la raza volverá a despertar sus dormidos y desusados poderes espirituales; entonces la música recobrará la influencia que una vez ejerció sobre el alma humana en evolución.

La humanidad está destinada a reconocer y usar “la mágica música” con la cal el ciego verá, el lisiado caminará y los velos del materialismo se apartarán conforme la comunión con las Huestes invisibles sea restablecida.

La ciencia espiritual ha descubierto evidencia de cuatro grandes períodos en que la evolución humana ha precedido, junto con la evolución de nuestro universo y sistema solar.

Tres están en el pasado, y la humanidad ahora en el presente cuarto Día Creativo, usualmente conocido como el Período Terrestre, trabaja por liberarse del materialismo.

Restan tres períodos más, o Días de Dios, durante los cuales la personalidad será transmutada en espíritu y el espíritu reunido con Dios en conocimiento consciente de su origen y naturaleza Divina.

Durante los pasados tres Días de Dios y en el presente cuarto Día, las Jerarquías cósmicas han guiado nuestra evolución, y su trabajo para la humanidad está escrito en los cielos estrellados.

Pero aquellos poderes espirituales que hoy vemos externamente como estrellas en los cielos en remotas épocas evolucionarias fueron simplemente vastas radiaciones de inteligencia y poder, incluyendo no sólo los poderes que trabajan sobre la raíz de la materia sino también las energías cósmicas que están individualizadas y concentradas en las emociones humanas.

Los grandes Poderes del universo no son existencias sin sentimientos ni emociones.

Ellos difieren de la humanidad en que sus emociones son de alcance universal, “tejiéndose de estrella en estrella”; mientras que al mismo tiempo están enterados hasta del más diminuto átomo dentro del universo.

El espacio y el tiempo no impiden el funcionamiento de estos potentes Poderes universales.

Sus proyectadas emanaciones crearon las nebulosas y desarrollaron los sistemas solares; y aun cuando alguna lejana estrella es sino una sombra de la estrella real la cual se ha movido hacia adelante en su órbita o quizá desaparecido del espacio, las emanaciones espirituales continúan trabajando.

En el primer gran día de la evolución de la humanidad el espacio era negro; sin embargo el Calor estaba presente en forma cósmica.

A este período se le llama el Período de Saturno. La Jerarquía de las Inteligencias celestiales que tuvo a cargo especial de este período – pues el espacio estaba y está lleno de estas Inteligencias de todas las Jerarquías – fue un ejército de seres asociados con lo que es hoy la constelación de Leo.

En el esoterismo Cristiano son llamados los Señores de la Flama, que es el título descriptivo, “a causa de la brillante luminosidad de sus auras y sus grandes poderes espirituales”, como Max Heindel, un místico Rosacruz, ha dicho: El término bíblico para ellos es “Tronos”.

Estos seres proyectaban en la conciencia humana la semilla-patrón, o arquetipo, del cuerpo físico, que nosotros poseemos hoy día. Esta semilla-patrón echa raíces en un átomo particular del corazón, llamado el “átomo-semilla”, y el hombre llevará este átomo con él hasta haber completado su evolución.

El signo de Leo rige el corazón, donde el átomo-semilla está “entronizado”.

Los Señores de la LLama transmitían el tono que despertaba el poder más elevado del Espíritu Virgen (la humanidad primordial) a la actividad.

En el segundo Día cósmico de Dios se agregó el elemento de Aire al cuadro evolutivo y el Color se convirtió en Luz. En este Período el patrón semilla del “cuerpo vital”, o cuerpo de fuerza-viva, fue entregado al Espíritu Virginal.

Este es el “cuerpo” o principio que hace posible el crecimiento, y que además otorga la libertad de movimiento y el poder de la propagación.

El patrón para este cuerpo fue dado por la Jerarquía de Virgo. En el tercer Día Creativo se agregó la Humedad al Calor y la Luz de los Períodos anteriores.

La condición material resultante de esto fue similar a una “niebla de fuego”, una condición perteneciente a las nebulosas en los mismos albores de la creación.

En el tercer Día cósmico otra Jerarquía, la de Librar, emanaba de si misma el patrón-semilla del cuerpo astral o emocional del hombre.

Con el amanecer del presente cuarto Día creativo el principio de la Mente fue agregado a los tres principios antes mencionados, a saber aquellos de los cuales se desarrollaron los cuerpos físico, etéreo y astral. Este principio Mental fue activado por la Jerarquía de Sagitario, los Señores de la Mente.

En cada uno de los cuatro Días Creativos uno de los cuatro elementos vino a manifestación bajo el poder de la triplicidad zodiacal a la que pertenece. En el primer Día, el elemento de Fuego se manifestó bajo los impulsos combinados de Aries, Leo y Sagitario, las Jerarquías de Fuego.

El trabajo del primer Día, por lo tanto, produjo “Música de Fuego”.

El segundo Día introdujo el elemento Aire a través del trabajo concertado de las Jerarquías de ese elemento, a saber Géminis, Libro y Acuario. Suya fue la “Música de Aire”.

El tercer Día introdujo el elemento Agua bajo las tres Jerarquías Acuáticas: Cáncer, Escorpio y Piscis. La evolución entonces continuó bajo el ritmo de la “Música de Agua”.